COLAPSO DEL CAPITALISMO GLOBAL Y TRANSICIONES HACIA SOCIEDADES ECOMUNITARIAS
Una reseña necesaria
En Colapso del capitalismo global y transiciones hacia sociedades ecomunitarias, una obra provocativa a la reflexión y el compromiso publicada recientemente, el autor aborda en primer lugar la actual crisis ambiental. Para ello, caracteriza la menor disponibilidad energética y de materiales, el cambio climático y la disfunción de muchos ecosistemas. Luego establece con datos rotundos, que dicha crisis ambiental (hibridada con las crisis económica y social) está conllevando el colapso de nuestro actual orden socioeconómico. Ante todo esto, González Reyes enfatiza que no hay alternativas y que la tecnología no podrá solventar los desafíos que solo se están empezando a desplegar. Este colapso marca un futuro muy abierto. En el mismo son posibles muchos órdenes sociales diferentes. Finalmente, el autor propone cómo hacer una transición desde el momento actual hacia sociedades ecomunitarias en un contexto de colapso, focalizando especialmente cómo realizarlo desde la perspectiva de los cambios necesarios en el mundo del trabajo.
El texto que sigue es un extracto de Colapso del capitalismo global y transiciones hacia sociedades ecomunitarias, donde el autor pinta once escenarios altamente probables del futuro planetario.
La dependencia del alto consumo material y energético de nuestro sistema, el límite de disponibilidad de estos recursos y la falta de opciones marcan la inevitable quiebra de la civilización industrial. Esta no ocurrirá de forma súbita y total, sino que será un proceso largo, complejo y diferencial, con altibajos. Habrá momentos de reactivación de la capacidad económica y del viejo orden social, pero seguirán nuevas crisis que terminarán en una mayor degradación de la complejidad. El declive de la sociedad industrial se parecerá más a una piedra rodando por una pendiente irregular que cayendo por un precipicio. Así, se irá pasando de lo complejo, grande, rápido y centralizado, a lo sencillo, pequeño, lento y descentralizado. Los distintos sistemas (ciudades, Estados, subjetividades, tecnología, economía) no colapsarán a la vez, sino que serán los elementos más vulnerables los que lo hagan primero y, a partir de ellos, se irá extendiendo el proceso mediante múltiples bucles de realimentación positiva. Todo el proceso será largo. La total reorganización social se producirá durante un Largo Declive. La velocidad del colapso de los sistemas complejos depende del grado de integración de sus nodos y de la velocidad de funcionamiento de todo el sistema. A más integración y más velocidad, mayor celeridad. En el pasado, los colapsos societarios fueron relativamente lentos, como su metabolismo. El Largo Declive será rápido al principio (quiebra de la economía financiera y productiva global) pero, conforme avance, transcurrirá con más lentitud (desmoronamiento de lo urbano, quiebra del Estado fosilista) y el ritmo irá siendo más (cambio de subjetividades) y más (reorganización ecosistémica y climática) pausado. Además, el proceso tendrá distintas velocidades en los diferentes territorios.
Lo altamente probable Entre los cambios que ya han podido empezar, hay cosas que sucederán con una alta probabilidad:
Derrumbe monetario-financiero. Crisis de la banca, los mercados especulativos y el crédito. También de las monedas globales.
Desglobalización y decrecimiento. La energía escasa y el estrangulamiento del crédito ahogarán el comercio, especialmente el internacional. La economía se relocalizará.
Fuertes migraciones. Serán consecuencia de los cambios en el entorno, y de decisiones económicas y políticas.
Reducción demográfica. Esta será una de las etapas lentas que empezará con el agravamiento de la crisis económica y de las condiciones ambientales, pero que se irá profundizando. Habrá serios problemas para sostener la fertilidad de los suelos por la falta de abonos provenientes de la minería (fosfatos) y de los hidrocarburos, y del cambio climático. Tampoco se podrá mantener el vigente sistema sanitario, empezando por la potabilización del agua. Pero los descensos poblacionales podrán ser de formas muy distintas.
Ruralización urbana, éxodo hacia espacios rurales y conversión de las ciudades en minas. La imposibilidad de un transporte rápido y masivo hará insostenibles las ciudades, obligando a un éxodo de ellas y/o a producir una parte importante de la alimentación en ámbitos urbanos. En cambio, será en las urbes donde se podrán extraer los minerales que son cada vez más difíciles de encontrar mediante la minería convencional.
Metabolismo agrícola. Sin combustibles fósiles disponibles de manera masiva, el metabolismo socioeconómico tendrá que tornar a ser, inevitablemente, mayoritariamente agrícola.
Menor especialización social. Las personas se dedicarán a tareas más homogéneas, que probablemente pasen por el sector primario. Solo es posible mantener sociedades especializadas con flujos de energía densos y abundantes que les permitan no tener que dedicar el grueso de sus esfuerzos a la obtención de energía.
Menos información disponible. En el mismo sentido del punto anterior, un sistema educativo complejo que permita sostener una gran cantidad de información solo puede producirse en sociedades con una alta disponibilidad energética. En todo caso, la información disponible puede ser más útil para construir sociedades justas, democráticas y sostenibles que la actual. Esta etapa será lenta y se irá produciendo tras el derrumbe de la economía global.
Tecnologías más sencillas basadas en energías y materiales renovables.
Menos medios para sostener las jerarquías. Esto se debe a varios factores entre los que destaca una menor potencia bélica posible, unas tecnologías y fuentes energéticas de acceso más universal o que las sociedades sean más locales y, con ello, potencialmente con una gestión democrática más sencilla. Además, instituciones claves para mantener sociedades desiguales, como el Estado, tendrán menos fuerza. El Estado se fortaleció mediante cinco mecanismos fundamentales: burocratización; estabilización e incremento de los ingresos; monopolización de la fuerza; creación de legitimidades; y homogeneización cultural de la población. Todos ellos retrocederán como consecuencia de la menor disponibilidad de energía y la consiguiente simplificación social. En todo caso, las jerarquías que se expresan en lo micro, como el patriarcado, contarán con los mismos medios.
Cambio de los valores dominantes. La sostenibilidad y una vuelta a una concepción más colectiva de la existencia serán elementos inevitables en los tiempos complicados por venir.
De todo ello, surgirán nuevas luchas y articulaciones sociales que se moverán entre neofascismos o autoritarismos, y cuidados de la vida ecomunitarios.
Recomendamos la lectura de este trabajo. Quizás en cuanto a algunas de sus predicciones y proposiciones no estaremos de acuerdo. Pero en su totalidad, nos demandará reflexión comprometida. OLM.
Luis Gonzalez Reyes
es doctor en ciencias químicas y miembro de Ecologistas en Acción, de la que es un líder muy activo. Está dedicado a la formación e investigación en temas relacionados con el ecologismo y su pedagogía. Colabora habitualmente desde estos ámbitos en varias universidades y otras organizaciones educativas. Es autor o coautor de una decena de libros. Entre ellos se destaca En la espiral de la energía.