CUANDO EL “EVANGELIO DE LA PROSPERIDAD” CHOCA CON EL SUFRIMIENTO
PAU AMATPara cristianos como Boualem, en el Norte de África, estas doctrinas chocan con la realidad de la persecución.
En las últimas décadas, internet y la televisión vía satélite han abierto las puertas al Evangelio en Argelia y también a que los cristianos de su país puedan profundizar en las enseñanzas de la Biblia. Sin embargo, la iglesia en este país aún es muy joven y en algunos casos el ‘evangelio de la prosperidad’ ha encontrado tierra fértil donde crecer.
“La gente en mi país quería una vida mejor. Muchos cristianos no tenían mucho conocimiento ni fundamento sólido en la Palabra de Dios. La primera generación de cristianos no recibió discipulado ni formación”, explica Boualem, un teólogo argelino a quien el ‘evangelio de la prosperidad’ hizo tambalear su fe. Por suerte para cristianos como Boualem, en lugares como Oriente Medio o el Norte de África, el ‘evangelio de la prosperidad’ choca de frente con la realidad de la persecución y las numerosas dificultades para vivir la fe en Cristo. “Su mensaje no encajaba con mi vida personal, así que empecé a dudar de sus enseñanzas”, nos cuenta. De trasfondo musulmán y convertido a Cristo en 2004, Boualem decidió empezar sus estudios en Teología en 2006. El interés por los efectos del ‘evangelio de la prosperidad’ sobre los cristianos de Argelia condujo a Boualem a investigarla más a fondo y plasmar los resultados en su tesis de final de máster: “La Iglesia Argelina enfrentando el evangelio de la prosperidad”. Esto nos dice, a modo resumido, sobre su propia experiencia: “Muchos pastores llegaron aquí predicando acerca de un Dios que daba prosperidad al creyente y diciendo que la fe debía ser la puerta de acceso a todo. Según ellos, Dios espera una fe verdadera para poder responder a nuestras peticiones. Pero para mí, la realidad era muy diferente. Experimentaba oposición, momentos difíciles y pruebas. Traté de seguir sus enseñanzas. Oré, ayuné y tuve una fe activa, pero aun así lo que yo quería no venía. Empecé a luchar contra mi propia situación: no aceptaba las pruebas o las dificultades. Y acababa desanimado, y también vi que muchos otros se desanimaban como yo”. “Pero descubrí que había otra enseñanza que decía que el sufrimiento y las pruebas son parte del plan de Dios. Entonces, empecé un viaje a través de la Biblia. El Nuevo Testamento dice que inevitablemente pasaremos por sufrimiento y tribulaciones. Los seguidores de Jesús, los apóstoles, vivieron en pobreza, pero tenían cierta clase de prosperidad: gozo, paz, hermandad y comunión, es decir, riqueza espiritual. Un error que los predicadores de la prosperidad cometen es no distinguir entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Ellos dicen que somos hijos de Abraham y, por tanto, necesitamos tener las mismas bendiciones que él. Y yo digo: sí, seremos bendecidos como él, pero no necesariamente como Abraham fue bendecido en la tierra”. “La enseñanza (del ‘evangelio de la prosperidad’) dice que nuestra fe es la que mueve a Dios y, si es así, entonces Él no es Soberano: nuestra fe se convierte en una fórmula mágica de obtener sanidad o bendiciones materiales, y Dios está obligado a contestarla. En realidad, el ‘evangelio de la prosperidad’ es una trampa. Si predicamos que Dios está aquí para satisfacernos, estamos en idolatría y negamos en cierto sentido nuestra esperanza escatológica. Dicen que ‘todo está cumplido y que podemos tener todo aquí’, y no queda esperanza para el futuro. Pero la Biblia dice que nuestra salvación solo será completa con la segunda venida de Cristo. Aún si no recibes sanidad ahora, estarás en una tierra nueva. Y es muy importante mantener esa esperanza”. “Dios usa el sufrimiento para educar y transformar a su pueblo, para mostrar su Gloria y para santificarnos y purificarnos. Pablo escribe en Filipenses 1:29 que Dios nos dio la gracia de sufrir con Jesús. En lugar de tratar de evitar el sufrimiento, ahora lo veo como parte de la vida. Cuando las dificultades llegan, fijo mis ojos en Dios y reconozco que Él es soberano. Le pregunto qué es lo que me quiere enseñar y qué quiere cambiar en mí. Y eso es un verdadero alivio, saber que Dios lo controla todo, también en los momentos difíciles. Ese fue un descubrimiento liberador. En lugar de batallar con las circunstancias, basta con poner mi confianza en el Señor”. “Para mí, la prosperidad real es conocer a Dios, tener una relación viva con él y tener comunión con mis hermanos y hermanas. Cuando Dios dice que todas las cosas son para bien, esto incluye también el sufrimiento, la persecución y la enfermedad. Es a través de las dificultades que los cristianos entrarán al Reino de Dios. Y no debemos quitar de la gente la experiencia del sufrimiento”. Pau Amates periodista y responsable de comunicación del ministerio Puertas Abiertas en España.
|