Es cada vez más urgente que nos desenganchemos del plástico. Esa es la idea central del informeDesengancharse del plástico. Problemas de un material ubicuo, que publicó el pasado mes de julio “Ecologistas en Acción”.
Tras revisar una extensa bibliografía científica, la autora del informe, Amaia Bilbao, concluye que los plásticos están muy lejos de ser inocuos para la salud y para el medio ambiente. Y sin embargo, no dejan de crecer.
La producción y consumo del plástico se generalizó en los años 50 y no ha parado de aumentar de forma exponencial; en 2013 se produjeron 299 millones de toneladas de diferentes materiales plásticos; la mayoría de ellos son convencionales y, aunque se degradan, no desaparecen: después de muchos años, permanecen microplásticos (elementos de menos de 5 milímetros de diámetro). En los países mal llamados desarrollados, el consumo de plástico crece ahora en paralelo a la del reciclaje, pero los expertos alertan también, advierte el informe, sobre los riesgos para la salud de que vivamos en un ambiente rodeado de materiales hechos de plásticos reciclados, por la posible toxicidad de estos materiales. Lo cierto es que varios tipos de plásticos han sido cuestionados por los aditivos que pueden añadir a los alimentos o líquidos que contienen: antimonio, cetonas, bromo, benceno son algunas de estas sustancias, cuyo efecto acumulativo en la salud humana es, en gran medida, desconocido. Más evidentes son los impactos sobre el medio ambiente del uso y abuso del plástico, que vemos en las brutales imágenes de las llamadas sopas de plástico, las acumulaciones de basura plástica a la que conducen las corrientes marinas. Igualmente brutales son las imágenes de animales muertos por enredamientos en materiales plásticos, o por ingerir microplásticos. Más difíciles de prever en sus consecuencias a largo plazo son otros graves impactos de la basura plástica en los ecosistemas marinos, como los efectos sobre los corales o la migración de especies.
Lo más absurdo de este escenario que describe el informe de Ecologistas es que alrededor de un tercio del plástico que consumimos se usa en forma de envases desechables que se abandonan en menos de un año. Y una buena parte va a parar a los mares: sólo en Europa, en 2012 vertimos al mar unas ocho millones de toneladas de plástico. Ese plástico que flota en la superficie oceánica y que conforma las sopas de plástico supone apenas el 15% de la basura marina; otro 15% permanece en la columna de agua y un 70% se acumula en el lecho marino.
El reciclado no es una alternativa; tampoco parecen serlo los bioplásticos, ya que para fabricar 100 bolsas se requieren 4 kilos de patata y 2.000 litros de agua, por no hablar de los insecticidas, aditivos químicos, etc. La única salida sensata es reducir el uso de plásticos, sobre todo aquellos que están en contacto con alimentos y bebidas, y los de “usar y tirar” en general.
Ecologistas en Acción calcula que, como consumidores responsables, podríamos con cierta facilidad reducir hasta un 70% del plástico que consumimos con pequeños gestos como usar bolsas reutilizables y carritos de la compra, disminuir el uso de agua y refrescos embotellados en plástico -más cuando es sabido que el agua del grifo es igual de segura o más-, recubrir los alimentos en materiales como vidrio, porcelana o acero inoxidable, rechazar vasos, platos, maquinillas de afeitar y otros productos de usar y tirar, evitar las comidas precocinadas, en bricks y otros productos altamente envasados, usar productos de limpieza hechos en casa -el vinagre, el bicarbonato y el limón son excelentes detergentes naturales-… En este artículo, Ecologistas nos propone estos y otros consejos.
La única solución posible, sostenible a medio y largo plazo, es la sustitución paulatina de los materiales plásticos -baratos en términos monetarios, pero muy caros para la naturaleza y para la salud humana- por otro tipo de materiales biodegradables y sustentables. Y, sobre todo, por la eliminación de toda esa retahíla de envases innecesarios que hace pocas décadas resultaban impensables. Mientras se popularizan las tiendas que venden a granel -es una tendencia al alza en Europa-, el consumidor tiene la capacidad de escoger aquellos productos con menos embalaje. Podemos y debemos rechazar absurdos como la venta de frutas y verduras en bandejas de plástico altamente contaminante. Y menos cuando muchas de esas verduras ya las pensó la naturaleza con un envase inmejorable…
Nazaret Castro
Es periodista y estudia un postgrado en Economía Social. Vive en América Latina desde 2008, primero en Brasil y ahora en Argentina. Ha escrito para medios como Público, Le Monde Diplomatique, El Mundo y Fronterad, donde ha publicado una extensa investigación sobre el comportamiento de las multinacionales españolas en América Latina. Alimenta el blog personal “Entre la samba y el tango”.