DIEZ ERRORES DE “LA CADENA WALMART DEL EVANGELIO”
La Walmarización de la Iglesia en América Latina y su impacto hispano en EUA OSÍAS SEGURAEn los Estados Unidos de América, el efecto negativo Walmart se conoce en los pueblos pequeños. ¡En América Latina se conoce y se sufre en todas partes! Es que donde llega Walmart, quiebra a los negocios pequeños.
Igualmente ha sucedido con las iglesias pequeñas y medianas. Estas han absorbidas por la atracción, el impacto y el robo planeado y persistente de ovejas, resultando como negocios familiares forzados a cerrar. Las mega-iglesias ofrecen mejores productos: amplio estacionamiento, excelentes comodidades físicas para diferentes actividades, buena música, impecable sonido y medios visuales de última generación, mayor variedad de ministerios, y personalidades carismáticas con mensajes impactantes de fácil aplicación.
Mientras en el otro extremo del espectro eclesial, las antiguas denominaciones -esas formas de ser iglesia y hacer misión que fueron pertinentes hace ya más de un siglo- no solo luchan por sobrevivir. Tratan también convencer a sus adeptos de mantenerse fieles a su doctrina tribal, pero sus estructuras heredadas ya no responden a los desafíos del mundo actual, especialmente los retos de la sociedad posmoderna, como lo hacía algunas décadas atrás. ¡Pero no debe prevalecer el pánico! Uno de los modelos mundiales de mega-iglesias está hoy en creciente decadencia, pero buscando reinventarse. Hill Hybel, pastor de la famosa iglesia Willow Creek en Illinois, llegó a admitir en una conferencia de liderazgo: “hemos gastado millones de dólares pensando si ayudaría realmente a nuestra gente ¡Pero la cosa no pegó!”. Pero hay más errores que han sucedido en las mega-iglesias de América Latina, y pretendo enumerar los que considero más importantes. Permítanme así, mencionar algunas de las principales razones de la decadencia del modelo de mega iglesia, para que muchas otras mega-iglesias pongan sus barbas en remojo. Primero, en América Latina el énfasis en “buscadores sensibles” perdió con el tiempo su enfoque, pues empezaron a atraer más a creyentes heridos y decepcionados de otras iglesias. Perdieron tal enfoque cuando dejaron de inculcar en su membrecía el modelo del “evangelismo por atracción” (invitar gente a una iglesia impactante, atractiva, donde los efectos especiales juegan un rol decisivo). Pues al invitarles, nadie les mostraba interés, seguimiento, ni se hacían cargo de ellos pastoralmente hablando. Con el tiempo la cantidad de visitantes mermó, y la congregación se tornó en ser más exclusiva que inclusiva. Segundo, la falta de cuidado pastoral se convirtió en algo escaso. Algunas mega-iglesias no desarrollaron un ministerio enfocado en grupos pequeños. ¿Cómo se puede atender pastoralmente a miles de personas? Al menos en grupos pequeños se puede brindar cuidado. Pero, al prestarse más atención a las actividades masivas que a los grupos pequeños, estas iglesias empezaron a declinar más rápidamente. Se les olvido que “una iglesia grande crece siendo pequeña”. Mientras me pregunto: ¿Quién cerrará la puerta trasera? Otras iglesias han adaptado modelos abusivos como el modelo de los 12, G12, G8, o la visión. Piden total lealtad, compromiso, y entrega que llega a sacrificar a la familia, el empleo, y la salud de las personas. En algunas de estas iglesias se solicita que quien desea sea parte del proceso, firme un "contrato de la corporación celestial", donde la persona se somete a una total obediencia y alianza espiritual al pastor-apóstol. ¿¡Y qué hay de Cristo?! Serios abusos espirituales y de poder se cometen con estos modelos, todo por el crecimiento de la iglesia, pero no del Reino. Tercero, los pastores/as son contratados para hacerse cargo de programas y no para brindar cuidado a personas. ¡Terrible error! La iglesia se trata de gente, no de programas. Por un lado, hay que tener claro: el pastorado es un don espiritual no un titulo. Los pastores/as son llamados a brindar cuidado pastoral. Por otro lado, los voluntarios/as recargados de trabajo enfrentaban agotamiento. No tenían un pastor que les mostrara cuidado, ni rendición de cuentas. Debían esperar cita de hasta dos meses para reunirse con alguno de “sus pastores”. Por otro lado los pastores generales (p.ej: celebridades, CEOs carismáticos, caudillos) encontraron que la gente los seguían a ellos, pero no a Cristo. ¿Quién predica este domingo? Al mermar la aparición de personalidades que manejaban el show, disminuyó la asistencia a los cultos. Cuarto, los largos mensajes o conferencias (pues casi no se usa más la palabra “sermón”) fue en un principio el platillo fuerte de la mega iglesia, pero pronto empezó a encontrar sus limitaciones. Tales mensajes son de corte sicológico popular o populista y llegaron a sacrificar no solo el texto bíblico, sino el mismo corazón del Evangelio del Reino. Es decir, tales conferencistas pasaban más tiempo repitiendo libros de sicología popular y autoayuda, que practicando una buena interpretación del texto bíblico. Este énfasis llegó a impactar con el tiempo a la ya pobre capacitación bíblica de su membrecía. Aun más, en algunas de las mega-iglesias la lectura bíblica desapareció de su liturgia. La gente llegó a saber más de pobre sicología aplicada, que de principios bíblicos y éticos para su vida cristiana. Quinto, sus amplias plantas físicas llegaron a matarlas financieramente. Muchas de estas mega-iglesias, al no requerir membrecía, provocaron que muchos nunca se comprometieran con sus diezmos y ofrendas. Tal vez el 20% de los asistentes servían en ministerios y sostenían las finanzas de la iglesia. Los demás parecían ser visitantes recurrentes sin ningún tipo de compromiso. Son como nómadas que cada domingo rotan de mega iglesia en mega iglesia. En cuanto a nuevos creyentes: ¿Quién se comprometería en una iglesia donde nadie le importa que existen? Los grandes edificios e instalaciones se convirtieron en algo difícil de mantener. ¡Cayeron en un círculo vicioso! No se pueden contratar más pastores para atender a los no atendidos (80% de los asistentes) pues las instalaciones, y los altos salarios de las celebridades, y otro personal tragaban lo que el 20% de sus asistentes donaban. Eso motivó a que la iglesia empezara a ser administrada como una empresa en vez de ser un instrumento para el Reino. Cada vez la estructura empezó a perpetuarse en sí misma, y a darse menos enfoque misional como en la evangelización y el discipulado. Sexto, al carecer la mega iglesia de una identidad doctrinal alineada con el protestantismo histórico o troncal, todos/as eran bienvenidos a creer lo que quisieran creer. Por tanto, nadie sabía en qué se creía, ni en qué se debería creer, y entre estos los mismos pastores. Esto se agudizaba en aquellas iglesias donde sus pastores carecían de una formación teológica sólida. Y al atraer estas iglesias personas de otras iglesias, se empezaron a generar diferencias que la tolerancia no fue suficiente para mantener. Se convirtió en imperativo consolidar una doctrina, y aquellas iglesias que lo hicieron debieron decir sí a ciertos criterios y no a otros. Al suceder esta consolidación doctrinal su membrecía disminuyó “por diferencias irreconciliables”. Por ello, sicología populista es el plato más sencillo de preparar en sus predicaciones. Sétimo, el mercadeo o “marketing” se convirtió en la ideología y herramienta más importante para diseñar su modelo de vida y misión. Al encuestar a la gente de clase media sobre el tipo de iglesia, programas y actividades que desearían, se generó la mega iglesia. De esta manera vale la pena aseverar que la mega iglesia es producto del “marketing”, nunca de la misión de Dios. La iglesia respondió a las inquietudes del mercado, y con tal de satisfacer ese mercado sacrificó la identidad transformadora del evangelio. ¿Qué hay de la misión de Dios? La iglesia es agente del Reino en el mundo, no el teatro de doctrinas escogidas para “no ofender a nadie”. Al valorarse las expectativas de los buscadores por encima de la ética bíblica, la comunidad se convierte en una “masa estadio” de gentes que demandan un buen show religioso, pero sin el más mínimo interés de crecer, comprometerse y servir en un mundo quebrantado que necesita de Cristo, No son ellos/as totalmente responsable de vivir este cristianismo consumista, light y de “mente abierta”, pues así fue como aprendieron el significado de la vida cristiana. Octavo, a los pastores generales de las mega-iglesias les gusta hablar de “trabajo en equipo”. Pero cuando el pastor y su esposa son los pastores generales, las decisiones se toman en la alcoba y no con los otros pastores. Aun peor, sus “equipos” lo componen sus clones. Lideres que ellos mismos/as han domesticado, y que fueron contratados por “ser colaboradores/as de confianza” y no por su currículo ministerial, capacidad profesional y transparente testimonio espiritual. Ninguno de estos/as líderes contratados tiene el valor de contradecir al pastor general, pues el “equipo” es fundamentalmente jerárquico, y no comunitario, democrático. ¿Es eso trabajo en equipo? ¿Quién contrata y despide pastores en las mega iglesias? Trabajo en equipo requiere de una organización plana, nunca jerárquica. Noveno, a pesar de ser iglesias con cierta pasión por afectar la sociedad con el evangelio, su apoyo a las misiones o ministerios transculturales es mínimo. Su enfoque no está “allá”, sino “aquí”. Toda la energía está enfocada en el show del domingo. El presupuesto habla por sí solo. Es increíble notar el presupuesto operativo de estas iglesias, en comparación con el presupuesto que brindan a misioneros, y programas sociales. “El hecho de estar gorditos/as no significa que estemos sanos/as”. Décimo y último aspecto es ese fuerte énfasis, más ideológico que teológico en la prosperidad en algunas de las mega-iglesias. Más que todo en aquellas de corte neo pentecostal. ¡La teología eje de estas iglesias es la prosperidad! Si uno prospera es señal de fidelidad hacia y bendición de Dios. Prometen a “todos/as” poder recibir la prosperidad si “siembran” con fe. Sin embargo, es interesante que algunas de estas iglesias explican (no muy abiertamente) que los que reciben tal promesa de prosperidad necesitan de ciertos requisitos espirituales y morales cercanos a la descripción ético-espiritual de San Francisco de Asís. En otras palabras, yo puedo sembrar todo lo que pueda, pero si no prospero es por algún “pecadillo” en mi vida (pecado aun de omisión que la misma persona pueda ignorar). ¡No hay forma de perder ni ganar en este negocio de argumentos en cuanto a “la siembra y la cosecha”! Concluyendo: ¡Por favor, no me malentiendan! No tengo nada personal contra las-mega iglesias. Cosas muy buenas han surgido de ellas. Pero, ¿están sus pastores/as dispuestos a escuchar y querer corregir estas deficiencias para fortalecer su iglesia al servicio del Reino? Osías Segura |