EL APURO DE DIOSOSVALDO L. MOTTESISermón predicado el domingo 8 de octubre de 2017 en la clausura de la Convención Anual del Movimiento Cristiano y Misionero en la Patagonia Argentina.Texto: Lucas 15: 11-24 (NVI)
11 »Un hombre tenía dos hijos —continuó Jesús—. 12 El menor de ellos le dijo a su padre: “Papá, dame lo que me toca de la herencia”. Así que el padre repartió sus bienes entre los dos. 13 Poco después el hijo menor juntó todo lo que tenía y se fue a un país lejano; allí vivió desenfrenadamente y derrochó su herencia.14 »Cuando ya lo había gastado todo, sobrevino una gran escasez en la región, y él comenzó a pasar necesidad. 15 Así que fue y consiguió empleo con un ciudadano de aquel país, quien lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. 16 Tanta hambre tenía que hubiera querido llenarse el estómago con la comida que daban a los cerdos, pero aun así nadie le daba nada. 17 Por fin recapacitó y se dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen comida de sobra, y yo aquí me muero de hambre! 18 Tengo que volver a mi padre y decirle: Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. 19 Ya no merezco que se me llame tu hijo; trátame como si fuera uno de tus jornaleros”. 20 Así que emprendió el viaje y se fue a su padre. »Todavía estaba lejos cuando su padre lo vio y se compadeció de él; salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo besó. 21 El joven le dijo: “Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco que se me llame tu hijo”. 22 Pero el padre ordenó a sus siervos: “¡Pronto! Traigan la mejor ropa para vestirlo. Pónganle también un anillo en el dedo y sandalias en los pies. 23 Traigan el ternero más gordo y mátenlo para celebrar un banquete. 24 Porque este hijo mío estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había perdido, pero ya lo hemos encontrado”. Así que empezaron a hacer fiesta. “Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó”: “El apuro de Dios” 1. Vamos todos, todas ahora, donde estamos, a inclinar nuestros rostros en reverencia delante de Dios. Vamos todos, todas ahora, por favor, a cerrar nuestros ojos solemnemente en este momento de bendición. Por favor, permanezcamos todos, todas con nuestros ojos cerrados y nuestros rostros inclinados ante la presencia del Señor. Este es un instante glorioso para nuestras vidas. Ya está hablándonos la Palabra de Dios. Ya tú puedes sentir la influencia poderosa de su mensaje incomparable. Yo voy a rogar ahora el más absoluto silencio en este lugar. Que nadie se mueva. Que nadie distraiga a nadie con ningún movimiento. Que todo sea silencio, reverencia y solemnidad. Estamos ante la misma presencia de Dios.
2. Dios tiene algo muy especial para tu vida en esta hora. El Señor tiene una bendición nueva para tu corazón. Él te invita ahora, mientras permaneces con tus ojos físicos cerrados, a que abras muy grandes los ojos de tu alma. Dios quiere mostrarte ahora una escena de belleza incomparable. Para ello, con la fuerza renovada de nuestra fe, con toda el ansia de nuestro corazón, vamos a abandonar espiritualmente este lugar en que nos hallamos. Vamos a trasladarnos a millares y millares de kilómetros de aquí. Vamos a llegar a las cálidas tierras oriente de nuestro mundo. Allá nos espera un paisaje encantador. Praderas llenas de verdor. Campos trabajados por la mano humana. Centenares de cabezas de ganado pastando en quietud. Una casa -blanca y hermosa- se recorta en el horizonte. Es la hora del atardecer. El sol, inmenso y rojizo, se está escondiendo en el poniente. Una jornada más está por terminar. 3. Pero ese día que agoniza no será un día como cualquier otro en la vida de dos seres humanos. Uno de ellos es un anciano. Un hombre de cabellos blancos, de rostro curtido por el sol, y manos encallecidas por los rudos trabajos. Un viejo que sale de la casa, a la vera del camino. Sus ojos gastados exploran el horizonte… ¡Tú ahora descubres quien es él! Es el padre de la parábola de Jesús. Es el anciano cargado de años de sufrimiento. Es el padre envejecido por la partida del hijo; por la huida irresponsable de aquel muchacho, que un día abandonó el hogar, para ir a una provincia apartada a vivir perdidamente. Es el padre, figura de Dios, ansiando ver el regreso de su hijo. 4. Y es, en ese momento, cuando el crepúsculo se hace amanecer hermoso en su corazón. Allá lejos, recortando su figura cansada y abatida en el horizonte, el hijo perdido regresa al hogar. Dice el relato “… el padre lo vio de lejos y fue movido a misericordia…”. Es el padre sintiendo su corazón reventar de alegría y contentamiento. Es Dios feliz, al ver a su hijo perdido volviendo en sí, levantándose y regresando al hogar. “Y el padre corrió y se echó sobre su cuello y le besó”. ¡Qué escena maravillosa! Es el padre que no espera. Es Dios ansioso por abrazar y perdonar. Es Dios corriendo, Dios apurado. Dios apurado por estrechar contra su pecho al hijo arrepentido; por reestablecer contacto con el insensato que se había alejado de su amor. Está por caer el telón. Es el último acto del gran drama de la humanidad. Es el glorioso espectáculo que nos muestra el apuro de Dios. El apuro de Dios por salvar al pecador. 5. Abre ahora tus ojos. Levanta tu rostro. Volvamos aquí. Es 2017 la hora del apuro de Dios por perdonar, transformar y salvar a la creación entera. La hora del apuro de Dios por redimir. ● Esta es –como nunca antes- la hora del apuro de Dios por transformar, usar y bendecir a su pueblo en la más gloriosa de las vocaciones. Dios está apurado por vernos transformados en una comunidad de discípulas y discípulos de JesuCristo, mostrando Su reino. Por ello: I. DIOS ESTÁ APURADO POR TRANSFORMARNOS EN UNA IGLESIA RENOVADA Y RENOVADORA. ● El verbo es TRANSFORMAR. Transformar, es el propósito central del Evangelio. ● Desde el mismo corazón del NT nos llega la exhortación pastoral del Pablo: Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. 2 No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta. (Ro 12:1-2). A. Lo que NO ES una iglesia renovada y renovadora 1. No es la que tiene nombre y estructuras, edificios y personal, programas y actividades propios de una asociación religiosa. 2. No es la que tiene una larga o corta historia de bendiciones y tradiciones, teología y credo, ministerio propios de un iglesia. 3. Sí, claro, todo esto es parte del ser y quehacer de una iglesia fiel, pero una iglesia renovada y renovadora es mucho, mucho más. B. Lo que SÍ ES una iglesia renovada y renovadora 1. Es la que como su Señor Emanuel, Dios CON nosotros, es una iglesia encarnada en el mundo; una iglesia servidora del mundo; una iglesia unida ante el mundo; una iglesia crucificada por y para el mundo, una iglesia resucitada para la vida del mundo. 2. Es la que como los creyentes de antaño -del viejo y del nuevo pacto- sin ningún complejo de minoría, exclama hoy con seguridad y convicción: “En Dios haremos proezas” (Sal 108:13) porque “Todo lo podemos en Cristo quien nos fortalece” (Fil 4:13). 3. Es la que como Juan y Pedro ante el concilio de Jerusalén: “no puede dejar de decir, de anunciar, lo que visto y ha oído” (Hch 4:20). 4. Es la que como Juan, exiliado en Patmos, en íntima comunión con Dios, recibe grandes visiones y emprende grandes misiones para la gloria de su Señor. El 1er. verso del Apocalipsis: Esta es la revelación de Jesucristo, que Dios le dio para mostrar a sus siervos lo que sin demora, (RVR60: pronto) tiene que suceder. (Ap 1:1). ¡La misión es lo que debe suceder! 5. Es la que como el misionero Pablo, carga sobre sí el peso descomunal, universal de la evangelización del mundo y exclama: ¡Ay de mí si no anunciare, si no viviere el Evangelio! 6. Es la que hace suyas, en el espíritu del Evangelio, las palabras de José Martí, cuando dijo: “Las grandes transformaciones no se realizan con lágrimas sino con sangre”, porque solo “la sangre de JesuCristo, el bendito cordero de Dios, nos limpió, limpia y limpiará de todo pecado”. II. En segundo lugar, DIOS ESTÁ APURADO POR USARNOS EN LA MÁS APREMIANTE DE LAS TAREAS. Aquí el 2do. Verbo es USAR. ● Ser usados/as. La realidad sorprendente, solo explicable por La Gracia, que nos transforma en instrumentos de Dios. Para entender el significado profundo, radical de esta afirmaciٕón, hay una expresión clave en el NT: Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios, para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable. Ustedes antes ni siquiera eran pueblo, pero ahora son pueblo de Dios; antes no habían recibido misericordia, pero ahora ya la han recibido. (1 Pe 2:9-10). A. Todos, todas somos llamados al ministerio ordenado a las labores del Reino. “… todos, todas ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios, para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable. B. Nuestra ordenación ocurre cuando, por fe y decisión personal somos bautizados e incorporados así a la iglesia visible de Dios. El bautismo es nuestra ordenación para la misión. C. Algunos, algunas somos ordenados por la iglesia para el ministerio eclesiástico. Pablo a Timoteo: Ejercita el don que recibiste mediante profecía, cuando los ancianos te impusieron las manos. ((1 Tim 4:14). Esta es la eclesiología del NT. Una ordenación no cancela la otra. Ni clericalismo jerárquico ni anarquía populista. Los ordenados/as eclesiásticamente somos encargados de la formación y guía de todos los demás ordenados/as a las labores del Reino. III. DIOS ESTÁ APURADO POR BENDECIRNOS EN LA MÁS SUPREMA DE LAS VOCACIONES. Aquí el tercer verbo es BENDECIR. ● Bendecir: una de las acciones más frecuentes y favoritas de Dios. Desde el AT nos llega una promesa animadora: Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán. Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; Mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas. (Sal 126:5-6). ● Dios está apurado por vernos transformados en un pueblo bienaventurado (3 veces feliz), como resultado de vivir la trinidad del discipulado: A. Sometimiento, sumisión a JesuCristo: Dirigiéndose a todos, Jesús declaró: ―Si alguien quiere ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, lleve su cruz cada día y me siga (Lc 9:23). El MANDAMIENTO Jesucristiano. B. Seguimiento de JesuCristo: Nadie que mire atrás después de poner la mano en el arado, es apto para el reino de Dios. (Lc 9:62). La CONDICIÓN Jesucristiana. C. Servicio a JesuCristo: El Rey les responderá: “Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí” (Mt 25:40). La RECOMPENSA Jesucristiana. ● Dios está apurado para bendecirnos y así hacernos de bendición: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Concluyendo: 1. Se le atribute a Agustín de Hipona la frase: “Quien no vive para servir, no sirve para vivir”. Es decir: “¡Quien no sirve, no sirve!” 2. Dios está apurado, urgido por transformarnos en una iglesia renovada y renovadora, para usarnos en la más apremiante de las tareas, y bendecirnos en la más suprema de las vocaciones. 3. Toda necesita comenzar en nuestro corazón. Que así sea en el tuyo. Ese es mi deseo y mi oración. |