EL DIA NOVENOOSVALDO L. MOTTESIEstimado Teófilo, en mi primer libro me referí a todo lo que Jesús comenzó a hacer y enseñar hasta el día en que fue llevado al cielo, luego de darles instrucciones por medio del Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido. Después de padecer la muerte, se les presentó dándoles muchas pruebas convincentes de que estaba vivo. Durante cuarenta días se les apareció y les habló acerca del reino de Dios.
Una vez, mientras comía con ellos, les ordenó: -No se alejen de Jerusalén, sino esperen la promesa del Padre, de la cual les he hablado: Juan bautizó con agua, pero dentro de pocos días ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo. Entonces los que estaban reunidos con él le preguntaron: Señor, ¿es ahora cuando vas a restablecer el reino a Israel? No les toca a ustedes conocer la hora ni el momento determinados por la autoridad misma del Padre -les contestó Jesús- Pero cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra. Habiendo dicho esto, mientras ellos lo miraban, fue llevado a las alturas hasta que una nube lo ocultó de su vista. Ellos se quedaron mirando fijamente al cielo mientras él se alejaba. De repente, se les acercaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: -Galileos, ¿qué hacen aquí mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido llevado de entre ustedes al cielo, vendrá otra vez de la misma manera que lo han visto irse. Entonces regresaron a Jerusalén desde el monte llamado de los Olivos, situado aproximadamente a un kilómetro de la ciudad. Cuando llegaron, subieron al lugar donde se alojaban. Estaban allí Pedro, Juan, Jacobo, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas hijo de Jacobo. Todos, en un mismo espíritu, se dedicaban a la oración, junto con las mujeres y con los hermanos de Jesús y su madre María. Hechos 1:1-14. Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. De repente, vino del cielo un ruido como el de una violenta ráfaga de viento y llenó toda la casa donde estaban reunidos. Se les aparecieron entonces unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos. Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en diferentes lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse. Hechos 2:1-4. 1. El calendario religioso judío establecía y establece 50 días entre la celebración final de la Pascua y el Pentecostés.
2. NSJC resucitó el día final de la pascua. Esta comenzó con su crucifixión y culminó con su resurrección. Durante los 40 días siguientes apareció y habló a sus discípulos. El día 40 después de la pascua y de su resurrección, ascendió a los cielos (1:9) 3. NSJC les mandó quedarse en Jerusalén y esperar la promesa del Espíritu Santo: “Ahora voy a enviarles lo que ha prometido mi Padre, pero ustedes quédense en la ciudad hasta que sean revestidos del poder de lo alto” (Lc 24:49). 4. El día 41 después de la resurrecciٕón de JC, comenzó entonces la vigilia, el culto de espera. Este habría de durar exactamente diez días. Diez días donde estuvieron totalmente huérfanos espiritualmente. Diez días sin Jesús y aún sin el Espíritu prometido. Diez días esperando y orando; recordando y confiando, obedeciendo e intercediendo. Diez días de intensas disciplinas espirituales, sin la más mínima presencia de Jesús, ni la más mínima unción del Espíritu Santo. 5. Esos diez días fueron la etapa decisiva, los momentos finales previos al parto de la iglesia. Yo comparo esta experiencia de los discípulos con los 40 días de retiro de Jesús en el desierto, antes de iniciar su ministerio. Fueron días que desafiaron la fe, las convicciones y la vocación de los discípulos. La iglesia nació en Pentecostés, porque hasta el final, hubo fe y perseverancia, comunión y unidad en los discípulos. La Palabra nos enseña que hubo un día décimo de poder y nacimiento, unción, y misión, avivamiento y frutos, porque hubo un día noveno de fe y unidad, compromiso y perseverancia. I. EL DÍA NOVENO NO OCURRIO NADA EXTRAORDINARIO A. Era sábado. Un sábado sin pena ni gloria. Probablemente fue un día gris. Uno de esos días para olvidar. Pero… B. Estaban juntos -apóstoles y discípulos, hombres y mujeres, María y los hermanos de Jesús- unidos y en vigilia: 1:12-14: Entonces regresaron a Jerusalén desde el monte llamado de los Olivos, situado aproximadamente a un kilómetro de la ciudad. Cuando llegaron, subieron al lugar donde se alojaban. Estaban allí Pedro, Juan, Jacobo, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas hijo de Jacobo. Todos, en un mismo espíritu, se dedicaban a la oración, junto con las mujeres y con los hermanos de Jesús y su madre María. C. Experimentaban un tiempo de testimonios y recuerdos, nostalgias y oración. Recordarían las enseñanzas y los milagros portentosos del Señor. Estarían nostálgicos de las muchedumbres que seguía por miles a Jesús y a ellos mismos por todo lugar. Lo que intentamos hacer en nuestras vigilias de menos de tres horas… D. Llevaban ya nueve días de vigilia. Nada extraordinario pasaba. Esperar es un esfuerzo físico, mental y emocional. Es probable que muchos estuvieran cansados. Otros estarían ya aburridos. Quizás ya otros estaban comenzando a “evaluar” la situación. Comenzarían la “frases hechas”: “No pasa nada”; “no hay crecimiento”; “si no hay crecimiento es que no estamos en la voluntad de Dios”. “¿Porqué no salimos a predicar el evangelio?”. “Dios nos ha bendecido en estos días, pero algo hay que cambiar”. “¡Tiene que pasar algo!” II. EL DÍA NOVENO ESTABAN EN UNIDOS EN COMUNIÓN A. Fue en un sábado. Tiempo de compañerismo cristiano. Hoy es nuestro día de compras y paseos. B. Fue un tiempo de comunión espiritual, 1:14: “en un mismo espíritu”; “unánimes” C. Fue un tiempo de comunión espacial, 2:1:“estaban todos juntos en el mismo lugar” D. Fue un tiempo de comunión con propósito, meta y visión: Orar esperando el cumplimiento de la promesa. Nuestro propósito y meta para nosotros/s hoy debe ser: “orar sin cesar”. “El pueblo unido, jamás será vencido”. “La unión hace la fuerza”. “Unidos triunfamos, divididos fracasamos” III. EL DÍA NOVENO FUE UNA JORNADA DECISIVA A. Era sábado. Un sábado de examen para los discípulos y discípulas. El examen final de la fe y la perseverancia “Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido” (Heb 10:36). B. Era del día del examen final de la paciencia: “La paciencia tiene raíces muy amargas, pero frutos muy dulces” ”Persevera y triunfarás” IV. EL DÍA DÉCIMO NACIÓ LA IGLESIA A. Fue un domingo. Domingo de Pentecostés; primer día de la semana; domingo de resurrección, es decir día de la vida. En este caso de nacimiento a la vida. Y el primer día de la iglesia. El fruto del día noveno. B. Era domingo de graduación: en inglés para graduación se usa “commencement” = comienzo de algo nuevo. Comenzaron y comenzaron bien: “Así, pues, los que recibieron el mensaje fueron bautizados, y aquel día se unieron a la iglesia unas 3000 personas” (2:41) Se transformaron en protagonistas de una nueva realidad. Eran iglesia; iglesia nacida y ungida por y en el Espíritu Santo. C. Eran protagonistas de la nueva realidad del Reino de Dios en su ciudad: Se mantenían firmes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento del pan y en la oración. Todos estaban asombrados por los muchos prodigios y señales que realizaban los apóstoles. Todos los creyentes estaban juntos y tenían todo en común vendían sus propiedades y posesiones, y compartían sus bienes entre sí según la necesidad de cada uno. No dejaban de reunirse en el *templo ni un solo día. De casa en casa partían el pan y compartían la comida con alegría y generosidad, alabando a Dios y disfrutando de la estimación general del pueblo. Y cada día el Señor añadía al grupo los que iban siendo salvos. (Hch 2:42-47). Y desde entonces, desde Jerusalén, desde el día décimo, hasta lo último de la tierra. CONCLUSIÓN: 1. La línea divisoria entre la victoria y la derrota suele ser muy tenue. Es la diferencia entre la fe y la incredulidad, la perseverancia y el desaliento, la unidad de propósito, y la Babel de las opiniones individuales. 2 ¿Qué hubiera pasado en la conquista de Jericó, si aquel ejército de harapientos, desarmados y hambrientos hebreos hubiera desertado al dar la vuelta # 12 a la ciudad? Josué 6:13-16, 20: Los siete sacerdotes que llevaban las trompetas tomaron la delantera y marcharon al frente del arca mientras tocaban sus trompetas. Los hombres armados marchaban al frente de ellos, y tras el arca del Señor marchaba la retaguardia. ¡Nunca dejaron de oírse las trompetas! También en este segundo día marcharon una sola vez alrededor de Jericó, y luego regresaron al campamento. Así hicieron durante seis días. El séptimo día, a la salida del sol, se levantaron y marcharon alrededor de la ciudad tal como lo habían hecho los días anteriores, sólo que en ese día repitieron la marcha siete veces. A la séptima vuelta, los sacerdotes tocaron las trompetas, y Josué le ordenó al ejército: «¡Empiecen a gritar! ¡El Señor les ha entregado la ciudad! Entonces los sacerdotes tocaron las trompetas, y la gente gritó a voz en cuello, ante lo cual las murallas de Jericó se derrumbaron. El pueblo avanzó, sin ceder ni un centímetro, y tomó la ciudad. 3. ¿Qué hubiera pasado con la salud de Naamán el Siro si hubiera desertado después de sumergirse 6 veces en el Jordán? 2 Re 5:1; 9-15: Naamán, jefe del ejército del rey de Siria, era un hombre de mucho prestigio y gozaba del favor de su rey porque, por medio de él, el Señor le había dado victorias a su país. Era un soldado valiente, pero estaba enfermo de lepra. Así que Naamán, con sus caballos y sus carros, fue a la casa de Eliseo y se detuvo ante la puerta. Entonces Eliseo envió un mensajero a que le dijera: «Ve y zambúllete siete veces en el río Jordán; así tu piel sanará, y quedarás limpio.» Naamán se enfureció y se fue, quejándose: «¡Yo creí que el profeta saldría a recibirme personalmente para invocar el nombre del Señor su Dios, y que con un movimiento de la mano me sanaría de la lepra! ¿Acaso los ríos de Damasco, el Abaná y el Farfar, no son mejores que toda el agua de Israel? ¿Acaso no podría zambullirme en ellos y quedar limpio? Furioso, dio media vuelta y se marchó. Entonces sus criados se le acercaron para aconsejarle: Señor si el profeta le hubiera mandado hacer algo complicado, ¿usted no le habría hecho caso? ¡Con más razón si lo único que le dice a usted es que se zambulla, y así quedará limpio! Así que Naamán bajó al Jordán y se sumergió siete veces, según se lo había ordenado el hombre de Dios. ¡Y su piel se volvió como la de un niño, y quedó limpio! Luego Naamán volvió con todos sus acompañantes y, presentándose ante el hombre de Dios, le dijo: Ahora reconozco que no hay Dios en todo el mundo, sino sólo en Israel. Le ruego a usted aceptar un regalo de su servidor. 4. Porque hubo un día noveno de fidelidad, compromiso y perseverancia: a. Surgió una iglesia proclamadora: 2:14-40: El sermón de Pentecostés. b. Surgió una iglesia creciente: 2:41 “Así, pues, los que recibieron el mensaje fueron bautizados, y aquel día se unieron a la iglesia unas3000 personas”. De 120 a 3,000 en un mismo día. c. Surgió una iglesia impactante: 2:43: “Todos estaban asombrados por los prodigios y señales que realizaban los apóstoles”. d. Surgió una verdadera comunidad: 2:44: “Todos los creyentes estaban juntos y tenían todo en común” e. Se inició el movimiento misionero imparable del Reino de Dios: 2:44: “Y cada dia el Señor añadía a la iglesia los que iban siendo salvos”. 5. Hoy estamos aquí congregados como la Iglesia de Dios, por aquel día décimo del Pentecostés. Toda la historia de la iglesia hubiera sido muy diferente si aquel grupo de 120 no hubiera perseverado. 6. ¿Qué clase de iglesia habrán de heredar nuestros hijos/as, nietos/as? ¿Qué legado espiritual y aún institucional vamos a dejar a las nuevas generaciones? Que sea un legado de fe y unidad, compromiso y perseverancia. |