EL EXCREMENTO DE LAS MASCOTAS, UN PROBLEMA AMBIENTAL MUNDIAL Y CÓMO RESOLVERLO
JIMENA BARRIONUEVOAfirma el dicho popular que pisar caca trae suerte. Sin embargo, lejos de ser una certeza, la materia fecal de perros que queda en las calles se ha convertido en un grave problema ambiental con fuerte repercusión en lo que a salud pública refiere. "Es un reflejo más de la falta de educación en materia de tenencia responsable y bienestar de mascotas y respeto hacia las reglas implícitas de convivencia que deben asumirse en una sociedad sana", afirma el médico veterinario Dr. Baltazar Nuozzi (M. P. 10033).
Según datos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), un perro de tamaño promedio, es decir, unos 15 kilos, evacúa diariamente cerca de 600 gramos de excremento. Esto significa un total de 18 kilos al mes, de los que la mayoría son heces que no son recogidas o provienen de animales en situación de calle. En la Ciudad de Buenos Aires, son 70 las toneladas de excremento animal que hacen por día los perros, de acuerdo a un informe que realizó en 2014 el Instituto de Zoonosis Luis Pasteur. El problema comienza desde el momento en que la materia fecal toca el suelo: mal olor
y moscas que rodean la deposición son el principio de un ciclo peligroso que conlleva graves riesgos para la salud. Pasadas las 24 horas desde que el perro defecó, el sol y la humedad comienzan su parte. Por un lado, los rayos solares solidifican las heces, éstas se convierten en polvo y de esta manera son dispersadas por el viento. La humedad y la lluvia hacen que la caca se disperse; en este caso las posibilidades de que se contaminen el agua, los alimentos y el aire aumentan. "La materia fecal que se deja en plazas y veredas se seca y se transforma en polvo. Esto produce polución del aire, del acuífero subterráneo, de los depósitos de agua, de lugares de recreación y, además, pueden ingresar a nuestro organismo a través del aire que respiramos o de la ingesta de alimentos que son elaborados en la vía pública como sucede con la venta ambulante", agrega Nuozzi. El resultado de un estudio que se realizó el año pasado en la ciudad de Bahía Blanca, Argentina, en el que se analizaron muestras de heces caninas, reveló que el 71 por ciento contenía parásitos de distintos tipos. La Toxocara canis y la Ancylostoma caninum fueron los más frecuentes. Se trata de dos parásitos comunes que habitan en el intestino del perro y que, en determinadas condiciones, pueden transmitirse a los seres humanos y ocasionar enfermedades. "Los parásitos habitan en el intestino del perro y son liberados en forma de huevos a través de la materia fecal. Al entrar en contacto con estos huevos, el ser humano, puede desarrollar síntomas que van desde el dolor abdominal y la diarrea, hasta lesiones cutáneas y oculares. También las bacterias presentes en las heces caninas, tales como la Salmonella, pueden ser disparadores de otro tipo de afecciones", explica la médica pediatra Dra. Marianela Castagnasso.
Los menores de 5 años, los adultos mayores de 65 y las personas con deficiencia del sistema inmune son los más vulnerables a desarrollar algún tipo de enfermedad. ¿Hay forma de estar prevenidos? Sí, a través de la correcta desparasitación de los animales, mediante la recolección de las heces y con el lavado de manos luego de permanecer en áreas que pudieran estar contaminadas. Un problema que trae cola Sin embargo, algo que en teoría resulta tan sencillo, resulta difícil de llevar a la práctica. Y son diferentes las iniciativas que se llevan adelante en nuestro país y alrededor del mundo con el objetivo de erradicar el problema: Por ejemplo, esta semana se difundió que, a través de una polémica medida, la Municipalidad de Mendoza, Argentina, va a escrachar a quienes no levanten la caca de sus mascotas.. Como parte de una campaña de concientización en plazas y paseos públicos -que comenzó el año pasado con la instalación de contenedores en puntos estratégicos de la ciudad para que los excrementos sean allí depositados- ahora habrá preventores con megáfonos que llamarán la atención de quien se deje "olvidadas" las heces de su perro. La falta de no levantar la caca del perro es considerada grave y es penada por el Código de Convivencia con multas que van de los $5.060 a los $12.650. En la provincia de Neuquén, Argentina, pasear al perro sin correa por los espacios públicos de la ciudad puede salir caro. Las multas alcanzan los $7.500, en tanto que por no levantar las heces la contravención puede costar unos $1.500. En CABA (Ciudad de Buenos Aires) la ordenanza de 2013 que obligaba a los dueños a recoger la caca de los perros es hoy casi letra muerta. La mayoría de los que pasean sus mascotas por la vía pública incumple la norma. Aunque se instalaron puntos de expendio de bolsas reciclables y cestos exclusivos para los desechos de los perros, son muchos los que esquivan su responsabilidad al pasear sus mascotas.
Japón, Canadá, Inglaterra y España toman medidas creativas En enero de este año, Brian Harper, un vecino de de 66 años de la localidad de Malvern Hills, en Worcestershire, Inglaterra, activó la primera farola que funciona con heces de perro de las que se obtiene metano que permite alimentar el sistema. Que diez personas lo hagan y depositen una bolsa de papel con la caca de su mascota en el sistema diseñado por Harper se traduce, directamente, en dos horas de alumbrado nocturno. Para ello, todo lo que hace falta es que los vecinos introduzcan los excrementos en el sistema y, a continuación, roten una manivela varias veces. El año pasado, en la ciudad de Waterloo, en el sur de Ontario, Canadá, se puso en marcha un plan para convertir las deposiciones de perro en energía. La idea es que el dueño del perro recoja los excrementos durante el paseo, pero en lugar de tirarlos en un cesto, lo haga en una especie de buzón verde. Las bolsas con las heces se almacenan en un contenedor bajo tierra entre 10 y 14 días, luego, todo es aspirado y llevado a una planta de procesamiento fuera de la ciudad, donde, junto con otros residuos orgánicos, tiene lugar el proceso de digestión anaeróbica, o sea la degradación de una sustancia orgánica por microorganismos en ausencia de oxígeno. Al final de todo este proceso se obtiene un biogás, que puede ser quemado para producir energía y calor.
En 2015 las autoridades de la ciudad de Izumisano, situada en Osaka, en el centro de Japón, desarrollaron una aplicación móvil para denunciar la presencia de heces de perro en la vereda. ¿El objetivo? Crear un mapa interactivo y ayudar a los servicios de limpieza. El modo de funcionamiento es sencillo: quien encuentre caca en la vía pública debe subir una fotografía a través de la "app" y hacer un comentario al respecto. Cuando se carga la foto, la aplicación también envía la ubicación obtenido del GPS del teléfono para crear un mapa en línea con diversos colores. Tras una serie de publicaciones, las áreas con gran cantidad de material fecal aparecen en el mapa para concienciar del problema y ayudar a revisar las rutas de los "G-men (hombres G)", el grupo de trabajadores encargado de retirar los excrementos. En 2013, una prueba piloto ideada por la agencia de publicidad McCann para el Ayuntamiento de Brunete en Madrid, España, y denominada La caca teledirigida, fue premiada por llevar a la realidad una idea original. Quien "olvidara" accidentalmente la materia fecal de su perro en la vía pública, recibía en menos de 48 horas una caja con un contenido inesperado: la caca de la mascota con una notificación que advertía sobre los peligros de no levantar el excremento y la posibilidad de ser multado. Aunque fue aplaudida por los vecinos, la iniciativa no duró más de un mes. "Es un problema que entre todos podemos controlar. Debemos manejar en forma adecuada los desechos de nuestras mascotas y proporcionar información a quienes ignoran la gravedad de no hacerlo. Es una tarea que tenemos como sociedad: insistir en la necesidad de recoger las heces de las mascotas de la vía pública, dado el peligro que significa el fecalismo canino al aire libre para la salud humana y animal", concluye Nouzzi. Jimena Barrionuevoes una periodista argentina. Estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Buenos Aires. Especializada en temas de salud, bienestar y “fitness”, colabora en diferentes medios gráficos. Es mamá de Facu, loca por los gatos y amante del deporte en todas sus versiones.
|