EL PRECIO DEL SILENCIO: MARTIN NIEMÖLLER
Historia de unos versos nunca escritos, sobre la mudez que ensordece. “Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista.
Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío. Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista. Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante. Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada.” Muchos atribuyen estos versos al dramaturgo Berthold Bretch, sin embargo, fueron elaborados por el pastor protestante alemán Martin Niemöller.
Decir que fueron elaborados y no escritos es ajustarnos estrictamente a la realidad, ya que Martin nunca los escribió, sino que los fue narrando de diferentes formas a lo largo de la elución constante que marcó su vida. Los arriba redactados son los aprobados por su viuda. En 1933, Friedrich Gustav Emil Martin Niemöller alcanzó notoriedad tras escribir el libro Del submarino al púlpito, en el cual narró su paso de comandante de la marina alemana al pastorado. Eran días en los cuales reivindicaba su pasado militar y celebró la llegada de Hitler al poder, de quien se distanció cuando “el Führer” intentó disciplinar a las comunidades protestantes bajo “la Iglesia del Reich”. Martin integró la Iglesia Confesante, pero cuando Dietrich Bonhoeffer instó a defender a los judíos, Niemöller le contestó públicamente que la Iglesia debía primeramente velar por su propia seguridad. La tiranía hitleriana, en constante aumento de sus violaciones a los derechos humanos, llevó a que la postura de la Iglesia Confesante se transformara en un delito, el cual, por supuesto no era pecado. Descubrir que la santidad y la obediencia a la Ley no siempre van de la mano, determinó que el 1 de julio de 1937, junto con otros pastores, Martin fuera a parar a la cárcel, para luego habitar los Campos de Concentración y finalmente –la mitad de su tiempo en cautiverio– sufrir el aislamiento absoluto. Ocho años de cruel sufrimiento, que solo tuvieron fin tras la derrota alemana, labraron su comprensión del Evangelio. La soledad a la que las iglesias institucionales o las instituciones eclesiales cómplices del nazismo sometieron a los pastores y hermanos de la Iglesia Confesante, quienes por su cristianismo pragmático defendieron a propios y extraños, marcó profundamente la vida de Niemöller, al punto de llevarlo a promover la Declaración de Culpabilidad de Stuttgart, firmada por diversos líderes del protestantismo alemán, en la que se reconocía que las iglesias no habían hecho lo suficiente para combatir al nazismo. Al respecto, su pensamiento era brutalmente claro: “Preferíamos mantener silencio. Claramente no somos inocentes y me pregunto una y otra vez: ¿qué habría pasado si en el año 1933 ó 1934, 14.000 pastores protestantes y todas las comunidades protestantes de Alemania hubieran defendido la verdad hasta la muerte? Si hubiéramos dicho: no es correcto que Hermann Göring simplemente meta a 100.000 comunistas en Campos de Concentración para que mueran? Puedo imaginar que tal vez 30 o 40 mil cristianos protestantes habrían muerto, pero también puedo imaginar que habríamos salvado a 30 o 40 millones de personas, porque eso es lo que el silencio nos costó.” Nunca más guardó silencio y su voz aún resuena potente en muchos que anhelan ser discípulos de Jesús en forma integral. Por eso, en la Semana Santa de 1946 pronunció su célebre sermón: “¿Qué hubiera dicho Jesucristo?” Pacifista activo durante la “Guerra Fría”, presidente del Concilio Mundial de Iglesias, fiel discípulo de Jesucristo, no dejó de escandalizar con sus pensamientos provocativos, sabedor del terrible costo del silencio. Cierta vez, sentenció la necesidad de la no existencia de ricos para construir la fraternidad humana y, en otra ocasión memorable, tras el bombardeo nuclear de Japón, declaró que Harry Truman, responsable del mismo, era “el peor asesino en el mundo después de Hitler”. Fiel a su estilo, cuando cumplió 90 años en 1982, Niemöller habló de su evolución de “archirreaccionario” a “revolucionario” (así se decía) y comentó, con ironía, que si llegaba a los 100 años, a lo mejor, sería anarquista. Friedrich Gustav Emil Martir NiemollerLippstadt, 14 de enero de 1892 – Wiesbaden, 6 de marzo de 1984.
Comandante de submarinos alemanes en la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Pastor Luterano. Integrante de la Iglesia Confesante movimiento de resistencia al régimen Nazi. Preso durante ocho años en Campos de Concentración nazis, cuatro de los cuales estuvo en aislamiento. Escritor y pensador en permanente evolución hacia el pacifismo y la ética del amor al prójimo. Presidente del Concilio Mundial de Iglesias. |