ÉTICA Y PREDICACIÓN DESDE EL EVANGELIO DE LUCAS
Primera parte: notas introductorias OSVALDO L. MOTTESIEl propósito central de la primera parte de este trabajo es destacar ciertas características peculiares del evangelio de Lucas, que lo hacen una fuente extraordinaria para la predicación ética del evangelio del Reino de Dios. En la segunda parte ofreceremos recursos, desde este evangelio, para la predicación y la enseñanza. Los mismos se compartirán tal como fueran desarrollados y utilizados por el autor.
Dado el carácter breve y esquemático de las que fueran originalmente notas de clase, es necesario comenzar esta primera parte con unas breves definiciones personales de nociones y realidades que con las que trabajaremos, haciendo así explícito el marco conceptual de lo que sigue. Además, compartiremos nuestra visión de las características del evangelio de Lucas. Acerca de la ética
Esta disciplina se ocupa de la conducta voluntaria del ser humano en su realidad individual e interpersonal. También considera la conducta de grupos humanos al interior de los mismos o en su relación con otros grupos, comunidades o sistemas. Podemos hablar entonces de ética personal, relacional y social. También existen éticas particulares, como en el caso de la ética ministerial.
Además, deseando no confundir estas comprensiones como un funcionalismo que no compartimos, podemos -a efectos de este enfoque esquemático- considerar: La ética cristiana: En el fondo existen dos clases de ética. Por un lado, las éticas no cristianas inspiradas a través de la historia en diferentes filosofías, ideologías y actitudes. Por otra parte, la ética cristiana, que encuentra su modelo de carácter en JesuCristo, sus pautas para la vida en el Evangelio del Reino de Dios, y el poder para hacerse conducta cristiana en el Espíritu Santo.[1] La ética cristiana personal pone su énfasis en la formación del carácter de los discípulos y discípulas de JesuCristo, quienes viven en la necesidad imperativa y continua de “crecer en todo”. “Más bien, al vivir la verdad con amor, creceremos hasta ser en todo como aquel que es la cabeza, es decir, Cristo”. (Fil. 4:15) La ética cristiana relacional afirma que el objetivo no es solo en cuanto al ser (carácter íntegro) sino en cuanto al hacer (conducta cristiana) en relación con todas las dimensiones de nuestra existencia. “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tus fuerzas y con toda tu mente, y: Ama a tu prójimo como a tí mismo”. (Lc 10:27) La ética ministerial intenta contestar las preguntas que como siervos y siervas líderes nos hacemos cada día, proveyendo orientación ante el desafío de ser “buenas, buenos ministros en un mundo que no es bueno”. [1] Esta definición de ética cristiana es nuestra y, por supuesto, no pretende ignorar la constelación sumamente enriquecedora de otras comprensiones y énfasis que eticistas cristianos a través de la historia han dado a esta disciplina. Nuestra simple definición es sólo para explicitar claramente el marco conceptual básico de este trabajo.
Acerca de la predicación
La predicación bíblica contemporánea la definimos así: Predicar es satisfacer necesidades humanas, abriendo y exponiendo el texto inspirado con tal unción y fidelidad, sensibilidad y humildad, que hace oír la voz de Dios y la gente, convencida e inspirada, la obedece. [2]
La hermenéutica bíblica es un primer componente fundamental y fundamentante de la predicación. El vocablo hermenéutica se deriva del nombre del personaje mitológico Hermes, que significa "mensajero de los dioses". De allí el verbo griego herméneuein, que se traduce como explicar, interpretar, traducir, o expresar y el sustantivo hermeneia que significa interpretación o comentario. Por ello se ha conocido a la hermenéutica como "la ciencia de la interpretación" o "el arte de comprender las expresiones escritas de la vida". En particular, la hermenéutica bíblica es la búsqueda constante de ciertos criterios interpretativos. Estos no pretenden ser principios fijos y universales para aplicar mecánica y generalizadamente. Son solo normas que, tomando en cuenta cada contexto actual, orientan la interpretación del texto a partir de su contexto original. La hermenéutica correcta es la que toma en cuenta la realidad total de la cual un texto en particular es parte. Es decir, el contexto económico y político, social e institucional, étnico y cultural, histórico y religioso, cosmológico y cosmogónico de los escritores y los receptores y receptoras originales de los libros de la Biblia. Esto nos permite entender el sentir de emisores y receptores, la manera de vivir la realidad, la manera de entenderla y explicarla. Esta ineludible e influyente realidad humana contextual no es impedimento para que los autores bíblicos fueran los medios necesarios e idóneos de la revelación de Dios, quien trasciende la historia y sus particularidades. Esta comprensión hermenéutica nos aleja saludablemente del literalismo bíblico, que dio a luz al nefasto fundamentalismo cristiano. La exégesis bíblica es el segundo elemento que hace a una predicación fructífera. El vocablo exégesis proviene del verbo griego ago, que también significa literalmente interpretar, explicar, guiar, exponer. De esto podríamos deducir que exégesis y hermenéutica son sinónimos pero, al menos en los usos referentes a la interpretación bíblica, no lo son. Es común considerar la hermenéutica como la teoría o serie de criterios para la interpretación bíblica, y la exégesis como la aplicación de dichas normas en la labor misma de interpretación. En otras palabras, exégesis es la experiencia misma de lo que a continuación denominamos "nuestra lucha con el ángel", y la hermenéutica la teoría que orienta esa lucha. Como Abraham, el patriarca de antaño, somos desafiados a una confrontación -a solas- con lo divino, la revelación escrita de Dios. Y esa lucha agónica, diálogo en búsqueda entre nosotras o nosotros y el texto, debe generar una experiencia transformadora. Nuestra reiterada, testaruda declaración-intención ante el texto: "¡No te soltaré hasta que no me bendigas!" (Génesis 32:26b), producirá resultados transformadores. Como Jacob, que al final de la lucha fue llamado Israel, otro nombre, otra personalidad, otra misión, así somos convocados a la experiencia transformadora, enriquecedora, de la interpretación del texto bíblico. De ella deberemos salir tocados o tocadas, si es necesario -como Jacob- golpeados, golpeadas por la teofánica experiencia: Dios manifestándosenos, hablándonos, quebrantándonos, pero más aún y finalmente, bendiciéndonos a través de su Palabra. Bendecidas y bendecidos para ser de bendición. Ese es el fruto-promesa en "nuestra lucha con el ángel". Como en la experiencia del patriarca, nuestra lucha será a veces agotadora, casi agónica. Estaremos arrancando del texto las ideas y enseñanzas, como el minero extrae lentamente, golpe a golpe sudado de martillo, el caudal precioso de las entrañas preñadas de riqueza de la mina. Otras veces, sin dejar de ser lucha por diálogo en tensión creadora, las nociones y verdades irán emergiendo, brotando del texto de una manera libre, espontánea, fluida, como agua de manantial. Pero cualquiera sea el tipo de experiencia con el texto, ésta deberá ser una teofanía, manifestación extraordinaria de Dios en nuestras vidas, para nuestra bendición y, por consecuencia, la de nuestro pueblo. Por todo ello, Escritura, exégesis gobernada por una correcta hermenéutica, y predicación, son realidades interrelacionadas e interdependientes en un mismo proceso. "La Escritura es la Palabra de Dios escrita; la exégesis es la Palabra de Dios comprendida y la predicación es la Palabra de Dios hecha relevante a un determinado tiempo y lugar".[3] El sermón contemporáneo fructífero incluye doce componentes esenciales: 1. Es el que nace, crece y continúa en la oración; en un sentido absoluto de dependencia de Dios. Sin genuina unción espiritual, fruto de íntima comunión con Dios y de un pleno control del Espíritu Santo, no hay predicación. Será sólo un parloteo superficial. 2. Es el que está basado sólidamente (hunde sus raíces) en la Palabra de Dios, de la cual es siempre exposición. Nunca imposición. El sermón que no es bíblico en su fondo -no sólo en su forma- no es sermón. 3. Es el que sigue legítimamente las leyes de una hermenéutica contextual y una exégesis inquisitiva y creativa. Es fruto de las “equivalencias dinámicas” entre el ayer y el hoy. 4. Es el que es dominado por quien predica, persona que ha de estar profundamente inmersa en el contenido. El texto y su tema deben dominarnos, tocarnos profundamente primero a nosotros y nosotras. Luego, debemos dominar plenamente el sermón. Nunca lo contrario. 5. Es el que tiene una tesis, proposición o tema objetivo, definido, claro y legítimamente derivado del texto. Tema que es movido por un propósito asequible, específico y práctico (pues trata con la vida diaria y la experiencia de cada oyente). 6. Es carente de abstracción. La Biblia es libro de concreción. 7. Es bien ilustrado: "una buena ilustración vale más que mil palabras". (Ilustraciones: interesantes, culturalmente pertinentes, comprensibles, breves, veraces, y bien dominadas). 8. Su geografía (estructura y desarrollo) es lógica y clara. Su bosquejo es un mapa. Quien escucha sabe dónde se encuentra y hacia dónde lo llevan, en virtud del buen arreglo. 9. Demanda preparación profunda (la superficialidad es nociva). El Espíritu Santo más bendice a quien más estudia. "Spiritus Sanctus non vagabundus est" (Martín Lutero). La riqueza de la Biblia es sólo producto de quien la cultiva y explora. "Cada minuto de mi sermón me cuesta una hora de preparación" (Harry Emerson Fosdick). 10. Es rico en interés. Pobre en monotonía. Debe interesar, cautivar, ocupar, preocupar, invitar, desafiar y movilizar. Todo eso y nada menos que eso. 11. Es presentado con dinamismo, con el fuego de una elocuencia espiritual e inteligente persuasiva, que apela a la personalidad íntegra del o de la oyente, es decir, a su inteligencia (razón), tanto como al corazón (sentimiento), como a la voluntad (acción). 12. Es un sermón (verbi homini) basado en el mensaje (verbi Dei), pero ambos jamás desvinculados del momento actual. Debe ser pura teología, orgánica y contextual. Concluyendo al respecto: Predicar es ciencia y arte; quien predica es científico y artista; el sermón su obra maestra; su vocación "un romance". [2] Para un tratamiento amplio de esta comprensión, ver Osvaldo L. Mottesi, “Posmodernidad, predicación y misión” en la sección “Púlpito y Teología" del sitio oficial de Ministerios de Transformación O M : www.redcristianaradical.org
[3] Bernard L. Ramm. “Interpretación bíblica” en Rodolfo G. Turnbull (ed.). Diccionario de teología práctica: hermenéutica. Grand Rapids; MI: Subcomisión de Literatura Cristiana de la Iglesia Reformada, 1976, p. 8. Acerca de la posmodernidad
Esta realidad que nos invade e influye es una vivencia humana, fruto contestatario consciente o inconsciente de la modernidad, que expresa una filosofía de actitud, una idiosincrasia escéptica consensuada, un talante ecléctico ante la vida, y una experiencia de liviandad generalizada, donde el pasado no cuenta, el presente es para gozarlo, y el futuro no preocupa. Tal realidad desafía criterios tradicionales sobre decisiones éticas a todo nivel, como así también nuestro acercamiento exegético y hermenéutico al texto bíblico. Y todo esto nos llama a una consideración renovadora de la predicación contemporánea.
Muchos miembros de nuestras congregaciones, al escuchar o leer este neologismo de cuño relativamente reciente, se preguntan. ¿Qué es eso de posmodernidad? Y la pregunta expresa una doble realidad muy importante. Primero, que el fenómeno que llamamos posmodernidad ha sido analizado, ensalzado o criticado, cuestionado o bienvenido por las élites urbanas de las clases medias y altas de tipo intelectual, pero las grandes mayorías no comprenden sus causas, fenomenología y efectos, aunque los experimentan cada día en múltiples niveles. Segundo, esta nueva realidad bautizada como posmodernidad es un fenómeno desigual según sean los contextos humanos que se consideren. En un mismo país americano o europeo, para limitarnos solo al occidente, podemos encontrar mayormente en contextos rurales, bolsones de culturas pre modernas. En otros contextos, aún cercanos geográficamente, la modernidad reina con sus presupuestos y actitudes, ideologías y hábitos. Porque hasta aquí la posmodernidad ha conquistado y se arraiga en los países más industrializados, las mal llamadas potencias desarrolladas, pero en extensas regiones la mayoría de gentes -aún en tales países- son ajenas a su impacto. Es decir, la posmodernidad, juguete de análisis, diagnósticos y profecías de intelectuales de todo cuño, es una expresión desigual en cuanto a su influencia actual en el mundo contemporáneo. De todas formas, su influencia crece y, aún en contextos todavía no conquistados como los antes mencionados, coloniza vía informática la idiosincrasia de las nuevas generaciones. En toda su multiforme realidad, la posmodernidad es un desafío cada vez más serio al ministerio de la predicación. Acerca del evangelio de Lucas
Es la biografía canónica más explícita y enfática en cuanto al carácter radical de la fe, vida y misión de JesuCristo. Posiblemente es por ello que Lucas ha cautivado la atención y ha sido privilegiado en la predicación y enseñanza de dos corrientes disímiles y decisivas en la vida y misión de la iglesia en América Latina. Nos referimos -en orden cronológico- por un lado al movimiento pentecostal, carismático y neo-pentecostal. Por el otro, a las teologías de la liberación originadas en este continente.
El primero, con su énfasis en la intervención milagrosa del Espíritu Santo en el mundo, concibe la vida cristiana como una experiencia sensible a y participante en el poder sobrenatural de Dios. Hechos 2:1-4; Mateo 4:23-24. Por ello, Lucas atrajo y atrae a este movimiento, por su énfasis en la vida en el Espíritu, la oración y la importancia que da a los milagros del Señor. El segundo, con su énfasis en la acción compasiva y profética como testimonio cristiano del cuidado de Dios por toda la gente, concibe la vida cristiana como identificación con el interés de Dios en crear comunidades de justicia, compasión y paz. Miqueas 6:8; Mateo 25:31-46. Lucas cautivó y cautiva a estos grupos por su clara opción por los pobres, su énfasis en la dignidad de la mujer, y su ministerio a todos los marginados y excluidos de la sociedad. Nuestra afirmación sobre la singularidad de Lucas se confirma por las siguientes características que nuestra lectura encuentra en este evangelio. Solo las mencionamos y describimos telegráficamente, sin ningún orden lógico o de importancia: 1. Es el único evangelio escrito, no por uno de los apóstoles, sino por un gentil como nosotros y nosotras. Literariamente representa el mejor griego del Nuevo Testamento. El nombre Lucas significa “luminoso, iluminador”, pues viene del latín “luz”. Fue un médico amigo y compañero ministerial del apóstol Pablo (Filemón 24), que por razones generacionales no conoció personalmente a Jesús. A pesar de estas dos observaciones históricas, Lucas es uno de los teólogos más influyentes del Nuevo Testamento. Su obra completa (Lucas y Hechos) constituye en extensión más de la cuarta parte del NT. El autor dirige primordialmente su tratado a lectores y lectoras educados en la cultura greco-romana (1:1-4). A creyentes de segunda y tercera generación que experimentaban un positivo ascenso socio económico y cultural, en comparación con sus padres y abuelos. Una comunidad que no vivía ya en situación tensa ni con los judíos ni con los romanos. Gente que en la provincia de Siria estaban en diálogo con la cultura griega. Iglesias que habían perdido su entusiasmo inicial, que se estaban acomodando a los valores de su entorno, siendo atraídos por el dinero y el poder. No tenían además, como sus ancestros, el contrapeso del énfasis inicial en la parusía, la espera de un inminente retorno del Señor. Lucas escribe tratando de activar la fe y el entusiasmo de las y los creyentes en la autenticidad de las enseñanzas que han recibido, y en del carácter misionero de la vida cristiana asumida como discipulado radical. La mentalidad griega es más bien racionalista y cerebral, fría y especulativa. Separa cuerpo y alma, tierra y cielo, materia y espíritu. La mentalidad hebrea, por el contrario, es más vital, comunitaria, integradora, busca al ser humano entero, al cielo en la tierra. Lucas, muy posiblemente por la influencia de su amigo y mentor teológico Pablo, “hebreo de hebreos”, logra romper el dualismo y racionalismo abstracto helénico al presentar a JesuCristo como un místico (énfasis en la oración) tremendamente gregario y activo, y profundamente preocupado y ocupado ante las realidades y necesidades concretas de la humanidad. Su biografía de Jesús se constituye así en una síntesis cristológica correctamente balanceada, una historia de la salvación universal en JesuCristo. Síntesis que era un imperativo necesario para la misión de su tiempo y contexto. Lucas no escribe desde una “torre de marfil”, es un teólogo del camino, expuesto a todas las experiencias del ministerio. Pablo lo menciona no menos de tres veces como uno de sus compañeros de cautividad (Col4:14; Flm 24; 2 Tim 4:11). Es importante también destacar que existe un claro interés en Lucas por subrayar los lazos de continuidad entre el judaísmo y el cristianismo. Por eso trabaja según los cánones de la historiografía helenística, pero con estilo, nociones y lenguaje antiguo-testamentarios. Expresa así el interés de un teólogo, apologista y evangelista, con un profundo interés en contextualizar el mensaje a los gustos del helenismo de su tiempo, sin desvirtuar sus raíces históricas. Después del holocausto judِío, algunos estudiosos procuraron encontrar rastros de antisemitismo en Lucas, dado que es el único autor no judío del NT. Hicieron referencia a una aparente mayor responsabilidad que el autor da a ciertos judíos en comparación con los gobernantes romanos en cuanto a la crucifixión del Señor (13:34; 19:39-44; 22:54; 23:23-26; 24:20). El primer lugar, los relatos paralelos de los otros evngelios claramente mantienen la misma responsabilidad de judíos y romanos por la muerte de Jesús. Además, el Jesús presentado por Lucas no vino a cerrar nuestras mentes con estrechas ideologías, sino para abrirlas (24:45). 2. Presenta a JesuCristo como agente de cambio radical en la vida personal, relacional y religiosa. Por ello, es el evangelio con el mayor énfasis en el perdón, y en la salvación que éste otorga “en el aquí y el ahora”, Un ejemplo cabal del “amen a sus enemigos, hagan bien a quienes los odian, bendigan a quienes los maldicen, oren por quienes los maltratan”(6:27-28) como característica clave de nuestra vida, es el mismo JesuCristo, desde la cruz, rogando al Padre: “... perdónalos porque no saben lo que hacen” (23:14). Dos ejemplos claves -entre otros- del perdón redentor “en el aquí y el ahora” son la parábola del Hijo pródigo (15:11-31), y la afirmación de Jesús, también desde la cruz, al ladrón arrepentido que junto a él está muriendo: “Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso” (23:43). Es importante destacar que solo el evangelio de Lucas comparte ambos relatos. Además, la palabra “hoy” siempre acompaña a la declaración de salvación: “Hoy les ha nacido en la ciudad de David un Salvador que es Cristo el Señor”2:11); “Hoy ha llegado la salvación a esta casa” (19:9). Es que para Lucas, “Dios no se sitúa en el pasado o en el futuro. Nos llama hoy y nos salva hoy”.[4] Lucas menciona la salvación en 26 ocasiones (otras 27 veces en Los Hechos). En relación con el concepto de salvación universal está el énfasis de Lucas en el concepto de necesidad. La palabra en griego para la frase “es necesario” es “dei”. Esta se encuentra cuarenta veces en Lucas-Hechos, de las ciento y una ocasiones que se menciona en todo el NT. 3. Es el evangelio que muestra más claramente el carácter integral y radicalmente inclusivo de la misión de JesuCristo. Esto se manifiesta especialmente en la lectura que Jesús hace del capítulo 61 de Isaías en la sinagoga de Nazaret, que Lucas incluye en 4:14-20. Ninguno de los otros tres evangelios la incluye. Es oportuno destacar que durante los primeros siglos, algunos padres de la iglesia privilegiaron este texto cuando reflexionaban sobre la misión cristiana. Fue después de la mentada conversión de Constantino, cuando la iglesia -en un período de solo setenta años- pasó de ser perseguida a ser religión oficial del imperio, que el énfasis en la expansión geográfica del imperio también emergió paralelamente en la iglesia. Esto llevó a privilegiar a Mateo 28:18-20 para hablar de la Gran Comisión. Es decir, el énfasis en la integralidad e inclusividad de la misión, que encuentra su paradigma bíblico en 4:14-20, fue desplazado por el de la expansión geográfica del evangelio.[5] 4. Destaca más que ningún otro evangelio la persona y obra del Espíritu Santo. Lo menciona en 19 ocasiones. Algunos biblistas han definido a Lucas como “el primer pentecostal”. [6] Hemos encontrado por lo menos diez rasgos de la persona y obra del Espíritu Santo en Lucas: (1) Llena a los profetas para que hablen al pueblo en nombre de Dios (1:13-15; 41; 67). (2) Es sombra protectora, potencia de Dios y fuerza de la vida (1:35). (3) Nos hace discernir, reconocer la presencia y las acciones de Dios (1:41). (4) Es fuente de esperanza en medio de las dificultades de la vida (2:25-26). (5) Es el fuego purificador de Dios (3:16). (6) Unge y llena, guía y conduce al Mesías enviado, para que realice su obra liberadora en favor de los pobres, “los nadies”, “los condenados de la tierra” (3:21; 4:14; 4:18). (7) Nos hace superar las pruebas y vencer el mal (4:2). (8) Nos dona la capacidad de alabar gozosamente a Dios por sus obras maravillosas y sorprendentes (10:21). (9) Es el gran don que el Padre da a quienes se lo piden (11:13). (10) nos auxilia y nos brinda palabras de sabiduría en las pruebas y en el momento de la persecución (12:11-12). 5. Es el evangelio que más destaca la actitud y acción de JesuCristo sobre el vazlor de la presencia y rol de mujer en la sociedad y la religión de su tiempo. Contiene un mayor número de referencias a mujeres que cualquiera de los otros evangelios canónicos (entre otros casos: 2:37; 4:25-26; 7:12; 8:19-21; 18: 3, 5; 20:47; 21:2-3; 24:10). Lo hace en cuarenta y dos ocasiones. Seis de éstas son mujeres casadas, y la mayoría son pobres. Entre estas últimas, como fruto de la realidad socio-económica de ese tiempo, Lucas destaca a siete viudas, que es el mayor número mencionado en un solo evangelio. Lucas reconoce también el rol importante de ciertas mujeres de buena posición económica, que compartieron y apoyaron el ministerio de Jesús (8:1-3). La relación de JesuCristo con las mujeres según Lucas, constituye en sí misma una revolución ético social radical para su tiempo y contexto. Existen biblistas que no consideran tal radicalidad en este aspecto del ministerio del Señor, destacando su aparente tibieza y limitaciones. Esto es porque no han podido captar en toda su magnitud el carácter monolítico-opresivo de la sociedad patriarcal, machista de ese tiempo. Son como siempre, en este y en muchos otros órdenes también, las y los radicales teóricos de las revoluciones imposibles. JesuCristo, en cuanto a esta dimensión de su ministerio, optó por “la revolución posible”. Esto ha sido y es fermento para la evolución revolucionaria que ha experimentado, experimenta y experimentará la presencia y liderazgo de la mujer en la iglesia y la sociedad. 6. Lucas enfatiza persistentemente el valor de la vida de oración . No sólo a través del propio ejemplo de JesuCristo en múltiples ocasiones (bautismo: 34:21; retirado en lugares solitarios: 5:15-16, 9:29, 11:1; pasando una noche entera en vigilia de oración antes de elegir a los doce: 6:112; orando intensamente en el huerto de los olivos: 22:40-45; o en la cruz pidiendo perdón al Padre por sus verdugos: 23: 34). Según Lucas, para el Señor la vida personal de sus discípulos y discípulas debe estar igualmente marcada por la oración. Les enseña a orar, pidiendo ante todo el don del Espíritu Santo (11:1, 5-6). Les invita a orar constante y confiadamente (11:9-13, 18:1ss), sobre todo en momentos de dificultad (22:40). Les insiste en orar con la humildad de Pedro (5:8), o la del publicano (18:9-14). Lucas es también el único evangelio que destaca la oración de alabanza y gratitud, profecía y esperanza de liberación redentora proclamada por María y llamada el Magnificat. Este testimonio de la aldeana adolescente de Galilea, creyente en el más puro espíritu macabeo, es un eco fiel de la alabanza agradecida y visionaria de otra madre de profeta en el pasado (1 Samuel 2:1-10) y representa a la vez el carácter subversivo-liberador del Evangelio del Reino. Además sólo este evangelio ofrece la gozosa oración mesiánica cantada por el anciano Zacarías en el Templo ante el bebé Jesús (1:67-79. 7. Es el evangelio de la compasión y la misericordia. Es también el único que presenta la parábola del Buen Samaritano, paradigma cristiano de tales virtudes. El mejor y más breve comentario a esta parábola que conocemos, fue el de Martin Luther King Jr., cuando predicando dijo “la diferencia entre el sacerdote y el samaritano está en que el sacerdote de la parábola se pregunta ¿Qué me pasará a mí si ayudo a este hombre?, mientras el samaritano se pregunta ¿Qué le pasará a este hombre si yo no lo ayudo?”[7] Es decir, aquí se confrontan la ética “del bien propio” (para mí, para mí, solo para mí) con la del “del amor a todos, todas, aún a nuestros enemigos” (ser y hacer para los demás). 8. Es el evangelio dirigido a “los más pequeños”. Es decir los hombres y mujeres pobres, marginados, carenciados, despreciados, samaritanos, paupérrimos, rechazados por enfermos o incapacitados. En cuanto a esto, se ha acuñado la expresión “la opción de Jesús por los pobres”, para definir la actitud y propósito ministerial del Señor. Creo que es más apropiado hablar de “la solidaridad de Jesús con los suyos”. Porque realmente Jesús no opta por los pobres, pues Él mismo es pobre, sino se convierte en portavoz y expresión, representante y voz cantante de los pobres. “Optar por los pobres” es la correcta definición de vida para los cristianos, cristianas e iglesias que anhelan vivir en el seguimiento radical de JesuCristo. Por eso esta opción es un desafío ético permanente para nuestra vida y misión. 9. Es el evangelio que se interesa por los ricos. En Lucas existe todo un material negativo referente al rico (12:13-21; 16:19-31; 16: 20-26). La frase que sintetiza todo este material, y que también comparten Marcos (10:25) y Mateo (19:24) es: “es más fácil que entre un camello por el ojo de una aguja, que entre un rico en el reino de los cielos” (18:25). Esto pareciera entrar en conflicto con el énfasis en la salvación universal que Lucas enfatiza, pero no es así. Si como mencionamos antes, Lucas dirige su evangelio a cristianos y cristianas de segunda y tercera generación, en ascenso socio-económico, para ellos y ellas ayer, y para nosotros y nosotras hoy, lo importante es comprender lo que es un rico para este evangelista. Para Lucas el rico es quien no usa debidamente sus riquezas, quien rechaza a Dios y oprime social y económicamente al pueblo. Es significativo que Lucas llama rico a Zaqueo antes de su entrega al Señor (19:2), y no llama rico a José de Arimatea, un prestigioso y acaudalado personaje que donó la tumba de Jesús (23:50-51).[8] Cabe mencionar que el pasaje de Zaqueo, verdadero paradigma de las implicaciones éticas de la conversión al discipulado cristiano, es exclusivo de Lucas (19:1-10). 10. Es el evangelio más inclusivo, es decir, ecuménico en el más puro sentido bíblico del término, pues se preocupa por todo tipo de gentes. Al respecto solo citamos a Plutarco Bonilla, quien describe muy bien esta característica singular de Lucas: “... la galería de personajes que desfilan ante nosotros en este Evangelio es de veras impresionante: ancianos (Zacarías. Isabel, Simeón, Ana); una mujer estéril que, ya anciana, queda embarazada (Isabel); una madre soltera (María) y un novio que debió haberse sentido defraudado (José); viudas (Ana, la de Naín, la mujer que echa la ofrenda en el Templo); trabajadores nocturnos (pastores); profetas metidos en la cárcel y con preguntas angustiantes (Juan); cobradores de impuestos (Levi, Zaqueo); mujeres de muy diversa condición socioeconómica y moral (pudientes [como las de 8:1-3], ex-endemoniadas, de mala fama [sea lo que sea lo que esta frase signifique], discípulas y deseosas de aprender [de nuevo, las de comienzos del capítulo 8 y María hermana de Marta], afanosas [Marta], muertas y resucitadas [la hija de Jairo], arruinadas por las facturas de los médicos de las época [la hemorroisa], las que tenían por profesión llorar [plañideras], las que lloraban por sentimiento [las que siguen a Jesús camino al Calvario]... ); pobres; extranjeros [el centurión]. ¡Ah!, también políticos enfurecidos y miedosos (Herodes, y Pilatos); sacerdotes colaboracionistas con los políticos representantes de una potencia extranjera; religiosos que imponen normas que ellos ni cumplen ni pueden cumplir.[9] 11. Es el evangelio de la sanidad en el poder salvador de Dios. Encontramos en Lucas numerosas referencias al ministerio sanador de JesuCristo. Los milagros son las pruebas de la misión divina de Jesús y constituyen no un fin en sí mismos, sino parte testimonial de la proclamación del Reino de Dios. Representan la solidaridad del Señor con personas enfermas y discapacitadas, que Lucas señala claramente como resultado d irecto de la pobreza. Por ejemplo destaca, con mayor frecuencia que los otros evangelios, los milagros a personas ciegas, haciendo además en su plataforma ministerial una clara e importante relación de la ceguera con la pobreza (4:18). Un claro ejemplo de esto es: “Sucedió que al acercarse Jesús a Jericó, estaba un ciego sentado junto al camino pidiendo limosna...” (cf. 18:35-43). En Lucas la incredulidad puede provocar una enfermedad (1:20), y la curación de tal enfermedad constituye una dimensión de la salvación que viene por la fe (6:9; 7:50; 8:48, 50; 17:19; 18:42). A pesar de su profesión, “el médico amado” (Col 4:14), no defiende a su “gremio”, pues -aunque suavizada- hace la misma referencia crítica de Marcos 5:26 acerca del infructuoso esfuerzo médico en curar a la hemorroisa (8:43). Además, es el único evangelista que pone en labios de Jesús el conocido proverbio “médico, cúrate a ti mismo” (4:23). [4] Augustín George. El evangelio según San Lucas. Estella (Navarra), España: Verbo Divino, 1991, p.64..
[5] Ver Sidney Roy, ”La búsqueda de las bases bíblicas de la misión” en C René Padilla (editor). Bases bíblicas de la misión. Perspectivas latinioamericanas. Buenos Aires/Grand Rapids: Nueva Creación/Wm. B. Eerdmans, 1998, pp. 3-33. [6] Ver Agustín Melguizo Alda. “Lucas fue el primer pentecostal” en Burgos, España: El Mensajero, No. 59, julio-agosto 2007, pp. 4-5. [7] Mrtin Luther King, La fuerza de amar. Barcelona: Aymá, S. A., Edirora, 1968, p. 29 [8] Ver el excelente artículo de Thomads D’Osa, “La salvación de los ricos en el evangelio de Lucas”. Barcelona: Selecciones de Teología, Vol. 29, enero-marzo 1990, No. 118, pp. 13-17. [9] Plutarco Bomilla. “¿Es mera coincidencia o lo harían a propósito?” en Bitácora/ Blog de Plutarco Bonilla. www.lupaprotestante.es/pbonilla/p=13. |