HACIA UNA MIRADA SAMARITANA
OSVALDO L. MOTTESIEn esto se presentó un experto en la ley y, para poner a prueba a Jesús, le hizo esta pregunta: ―Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna? Jesús replicó: ― ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo la interpretas tú? Como respuesta el hombre citó: ―“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser, con todas tus fuerzas y con toda tu mente”, y: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. ―Bien contestado —le dijo Jesús—. Haz eso y vivirás. Pero él quería justificarse, así que le preguntó a Jesús: ― ¿Y quién es mi prójimo?
Jesús respondió: ―Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de unos ladrones. Le quitaron la ropa, lo golpearon y se fueron, dejándolo medio muerto. Resulta que viajaba por el mismo camino un sacerdote quien, al verlo, se desvió y siguió de largo. Así también llegó a aquel lugar un levita y, al verlo, se desvió y siguió de largo. Pero un samaritano que iba de viaje llegó a donde estaba el hombre y, viéndolo, se compadeció de él. Se acercó, le curó las heridas con vino y aceite, y se las vendó. Luego lo montó sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un alojamiento y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos monedas de plata[f] y se las dio al dueño del alojamiento. “Cuídemelo —le dijo—, y lo que gaste usted de más, se lo pagaré cuando yo vuelva” ¿Cuál de estos tres piensas que demostró ser el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? ―El que se compadeció de él —contestó el experto en la ley.―Anda entonces y haz tú lo mismo —concluyó Jesús. Lucas 10: 25-37 (NVI) Introducción:
1. “Cuanto más conozco a los seres humanos, más amo a mi perro”. Con estas palabras Cínico, el filósofo griego se hizo tristemente célebre. El Evangelio nos relata que, en cierta ocasión, Jesús se encontró con un joven rico y “mirándole, le amó” (Mc 10:21a). 2. ¡ Qué tremendo contraste de actitudes! El filósofo miró a sus semejantes con autosuficiencia y desprecio. Jesús mira a la humanidad con amor y esperanza. La mirada de Cínico lo lleva a rechazar como irrecuperables a sus semejantes. La mirada de Jesús es testimonio de su esperanza en la humanidad. 3. Para Jesús el ser humano es sinónimo de posibilidad. Posibilidad de dejar de ser objeto de odio y bajezas y transformarse en sujeto de amor y redención. 4. Por ello, la parábola relatada por Jesús, que hemos leído, tiene como elemento central, la realidad de una mirada. Una mirada samaritana, como clave decisiva para vivir nuestra fe. A través de este relato, Jesús nos llama a mirar al mundo con una mirada samaritana de compasión, comprensión y consagración frente al drama de la vida. Estas tres enseñanzas vitales nos juzgan, inspiran y retan a la fidelidad. I. NUESTRA MIRADA SAMARITANA NOS LLENARÁ DE COMPASIÓN FRENTE A LA TRAGEDIA DEL CAMINO. “Pero un samaritano, que iba de viaje llegó a donde estaba el hombre y, viéndolo, se compadeció de él”. (33) Otras versiones traducen:“fue movido a misericordia; se le revolvieron las tripas; se conmovieron sus entrañas; tuvo compasión. ● La virtud clave aquí es COMPASIÓN. Mirar con los ojos del samaritano, que es mirar con los ojos de Jesús, producirá una compasión transformadora de nuestra religiosidad en vida abundante. A. nuestra compasión permitirá que el mundo ponga su agenda a nuestro ministerio. 1. El sacerdote y el levita tenían su agenda religiosa, y no estaban dispuestos a cambiarla. Eran esclavos de su religiosidad. El samaritano tenía su agenda, pero lo cambió todo para servir. 2. El sacerdote y el levita (del pueblo escogido) encarnan la ley, la rutina, lo exterior. El samaritano -el impuro de afuera, el mestizo rechazado- representa, es paradigma del espíritu de Aquel “que no vino para ser servido, sino para servir” (Mt[O1] 20:28). 3. Somos llamados/as a mirar la tragedia que hoy nos rodea con ojos samaritanos. Con una mirada samaritana de profunda compasión, que nos mueva a vivir de verdad el amor de Dios. B. Nuestra compasión permitirá que el mundo nos haga inventar nuestro ministerio. 1. El sacerdote y el levita, bien educados, influyentes, quizás decidieron incluir al pobre moribundo en su lista de oración. O tal vez, someter el problema del crimen en la región a la próxima reunión del Comité de Obra Social del templo. El samaritano no era miembro de juntas o asociaciones, pero en su compasión encontró creatividad para inventar lo que había que hacer: 2. Somos llamados/as a permitir que Dios ilumine y bendiga nuestra compasión profunda, y nos use en un ministerio creativo. ¡No es dinero, sino compasión lo que nos hará de bendición! II. NUESTRA MIRADA SAMARITANA NOS DARÁ COMPRENSIÓN DE LA REALIDAD DEL CAMINO. “Pero un samaritano, que iba de viaje llegó a donde estaba el hombre y, viéndolo, se compadeció de él”. (30) ● La virtud clave aquí es COMPRENSIÓN. Mirar con los ojos del samaritano, que es mirar con los ojos de Jesús, nos brindará una espiritualidad lúcida para la misión. A. Para comprender debemos participar de la realidad “llegó a donde estaba el hombre”; “vino cerca de él”; “y acercándose” 1. El sacerdote y el levita estaban históricamente en el camino, pero existencialmente en el balcón. Por eso no entendieron ni quisieron entender, y “pasaron de largo”, “se desviaron”, “dieron un rodeo”. El samaritano descubrió porque se acercó. Sirvió y sirvió bien, porque comprendió. 2. Somos llamados/as a comprender lúcidamente la realidad trágica del camino. Ello requiere acercarse, invertirse. Ser la Iglesia de Emmanuel, Dios con nosotros/as. B. Para comprender debemos reconocer la real realidad. “Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de unos ladrones. Le quitaron la ropa, lo golpearon y se fueron, dejándole medio muerto” (30). 1. La real realidad tiene un solo nombre fundamental: pecado. Todas sus manifestaciones son los síntomas de esa enfermedad personal y colectiva, existencial e histórica. El ser humano se cree vivo, pero está “medio muerto”. Aún más: totalmente muerto, “porque la paga del pecado es muerte...” (Ro 6:23). 2. Somos llamados/as a una comprensión sabia del drama mortal que nos rodea, y ejercer la mejor mayordomía de lo que somos y tenemos, planeamos y hacemos, para “rescatar lo que se ha perdido” III. NUESTRA MIRADA SAMARITANA NOS PRODUCIRÁ CONSAGRACIÓN POR UN CAMBIO EN EL CAMINO. ●La virtud clave aquí es CONSAGRACIÓN. Mirar con los ojos del samaritano, que es mirar con los ojos de Jesús, nos consagrará al servicio del mundo. A. La consagración nos moverá a la acción “Se acercó, le curó las heridas con vino y aceite, y se las vendó. Luego lo montó sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un alojamiento y lo cuidó” (34). 1. El sacerdote y el levita posiblemente hicieron especulaciones teóricas acerca del origen del problema. Quizás reflexionaron sobre las medidas que deberían tomarse frente este tipo de problema. Hasta es posible que hayan orado por el problema. Según Jesús ¡el verdadero problema eran ellos! El samaritano miró y se compadeció, comprendió y actuó. 2. Somos llamados/as como Comunidad Sierva, a observar y reflexionar, estudiar y planear sobre nuestra vida y misión. Pero esto sólo para perfeccionar nuestra acción servicial. B. La consagración nos moverá al sacrificio “Al día siguiente, sacó dos monedas de plata y se las dió al dueño del alojamiento: Cuídamele –le dijo-, y lo que gaste usted de más, se lo pagaré cuando yo vuelva” (35). 1. El samaritano sacrificó su tiempo. Cambió por completo sus planes para ese día. Además, iba a volver otra vez al mesón. Todos, todas no sólo el liderazgo, debemos dedicar tiempo en la Obra de Quien sacrificó su vida por nosotros. 2. El samaritano sacrificó su dinero. Sus dos monedas de plata (denarios), el salario de dos días de un obrero de entonces, son el equivalente existencial de las dos blancas, dos moneditas, dos centavos, “dos chavos prietos” que ofrendó la viuda. Nosotros/as debemos consagra todo lo que tenemos, que viene de Dios, a Su Reino.“Buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mt 6:33). Conclusión: 1.Fue durante mi primera visita a la India. Acabábamos de aterrizar en Nueva Delhi. Luego de alojarnos en un hotel, salimos varios pastores a recorrer el centro de la ciudad. El espectáculo era impresionante. Un tráfico desenfrenado; multitudes caminando de un lado para otro; “vacas sagradas” -y por eso intocables- arruinando aun más el descomunal desorden. La miseriaba reinando por doquier. Mendigos y mendigas rogando por centavos. 2. De pronto, desde la nada apareció un hombre vestido de harapos y de rostro arrugado y sufriente. Era todo un símbolo de aquella miseria. Se me abalanzó por sorpresa y echó en mis brazos un bulto de harapos. Mirándome fijamente me gritó “¡He is you baby! ¡He is your baby” “¡Es tu bebé! ¡Es tu bebé!”. Y así como apareció, se disolvió en pocos segundos entre la multitud. 3.Quedé estupefacto, parado, paralizado en la calzada, con aquel bulto de harapos entre mis brazos. Quienes me acompañaban me ayudaron. Al abrir el bulto, encontramos un bebé pequeño y desnutrido, sucio y llorando. Aquel hombre, probablemente su padre, me vio extranjero y bien vestido y me entregó aquel niño para que lo cuidara, para que lo salvara de la muerte. Fue un acto de desesperación, cargado de esperanza. En pocas horas, aquel niño estaba al cuidado de una misión cristiana en Nueva Delhi. 4. JesuCristo se aparece hoy, sorpresivamente delante de nosotros. Nos echa el mundo en los brazos y nos dice: ¡Es tú bebé!¡Es tu bebé! Cúralo y cuídalo, aliméntalo y sálvalo; ¡Arráncalo de la muerte!¡Es tú bebé! ¡Míralo con compasión! ¡Comprende su situación! ¡Conságrate a salvarlo de la perdición! Quiera Dios que tu y yo miremos hoy a este mundo que nos echa el Señor en los brazos, con una genuina mirada samaritana. Ese es mi deseo y mi oración. |