Mateo ciertamente escribió acerca de unos reyes, aunque no se refería a tres sino a dos: el Rey Jesús y el Rey Herodes
Adoración de los magos,
de Velázquez
Varias veces durante mi lejana niñez en Arequipa, canté en la Escuela Dominical ese antiguo villancico “Del oriente venimos tres, ricos dones a ofrecer”. Por otra parte, hace algunas semanas aquí en Valencia escuché con deleite, en el Palau de la Música, la “Misa Criolla” y la “Navidad Nuestra” del argentino Ariel Ramírez, cantada en forma magistral por un coro y orquesta de la Escuela de Música Divisi y el cuarteto peruano Alturas.
La “Navidad Nuestra” fue un esfuerzo notable por situar la historia de la Navidad en el contexto argentino, en un momento en que con los aires renovadores del Concilio Vaticano II, se estaba redescubriendo la Biblia en la cultura argentina de la década de 1960. La canción correspondiente a los magos dice:
Llegaron ya los magos y eran tres Melchor, Gaspar y el negro Baltazar arrope y miel le llevarán y un poncho blanco de alpaca real.
En estas fechas vale la pena recordar, sin embargo, que la versión de que visitaron al niño Jesús “tres reyes magos” es una tradición que cristalizó en el siglo V y que no tiene apoyo en el texto bíblico del evangelista Mateo, que es el único que nos narra la historia. Recordemos esas líneas breves pero ricas en sugerencias, con las que Mateo empieza narrando la historia en el capítulo 2 de su Evangelio:
Y Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde está el Rey de los Judíos, que ha nacido? porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle. Oyendo esto el rey Herodes, se turbó, y toda Jerusalén con él.
Y bien se puede decir que la idea tradicional en Europa de “la visita de los reyes” puede impedirnos entender el sentido del texto de Mateo y la enseñanza que contiene para nosotros. Esto lo destaca el biblista suizo Hans Ruedi Weber, en su libroLa invitación, un estudio muy valioso acerca de la misión cristiana en el Evangelio de Mateo. Dice Weber: “…ningún otro texto bíblico ha estimulado tanto la imaginación de los lectores como el relato de estos visitantes misteriosos. Para recordar su adoración y la manifestación de Cristo ante ellos, se estableció uno de los festivales cristianos más antiguos: la Epifanía, que la Iglesia Oriental festeja desde el siglo segundo en el día 6 de enero. Una antigua referencia siria menciona a doce magos, pero desde el siglo quinto en adelante se fijó el número en tres. Mientras tanto los visitantes se transformaron en reyes. Para el siglo octavo ya se conocían los supuestos nombres, edad y origen. El viejo Melchor provenía de Europa y fue el que ofrendó el oro; el joven Gaspar provenía de África y fue quien presentó el incienso, y Baltasar, de mediana edad, venía de Asia y trajo mirra. La fiesta de los reyes magos se celebraba con esplendor cada vez mayor y esto se refleja en las pinturas de la Edad Media y el Renacimiento.”1
Una visita a google nos permite ver algunos de los miles de cuadros que se han pintado acerca de la adoración de los magos. En el Museo del Prado, por ejemplo, he admirado más de una vez el hermoso cuadro del gran pintor español Velázquez sobre la adoración de los magos. Sin embargo, Weber nos dice algo contundente: “Mateo no reconocería su relato en estas pinturas. Ciertamente escribió acerca de unos reyes, aunque no se refería a tres sino a dos: el Rey Jesús y el Rey Herodes. El verdadero drama comienza con la pregunta ‘¿dónde está el Rey de los Judíos que ha nacido?’. Esta era un pregunta explosiva en los últimos años del reinado de Herodes.” 2
Notamos en el relato de Mateo lo dramático de la situación que describe en esta línea del v. 3: “Oyendo esto el Rey Herodes se turbó y toda Jerusalén con él.” La lógica del relato nos lleva a los versículos siguientes:
Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta: Y tú, Belén, de la tierra de Judá, No eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; Porque de ti saldrá un guiador, Que apacentará a mi pueblo Israel. Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella; y enviándolos a Belén, dijo: Id allá, y averiguad con diligencia acerca del niño; y cuando lo halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore.
Es así como el nacimiento de Jesús se ha convertido en una amenaza política. Cuando visité Israel en 1969, nuestro guía judío se deshacía en elogios a Herodes mientras nos mostraba algunos restos arqueológicos de su gran obra de gobierno. Ello me sorprendió, dado que para mí ese nombre evocaba la historia de la matanza de los niños. Pero como nos explican los comentaristas del Nuevo Testamento, Herodes el Grande había sido un político idumeo sagaz que entró en componendas con los romanos, pacificó Palestina e hizo obras públicas notables. Reinó del año 37 a. C. al 4 d. C. Decía la tradición que cuando un rey nacía había fenómenos astronómicos notables, como aparición de cometas o nuevas estrellas, y ello nos ayuda a entender por qué la pregunta de los magos podía inquietar tanto al monarca.3 Otro rey había nacido.
Por otra parte, la palabra “mago” (Gr. magoi) necesita aclaración. Puede traducirse también por “sabio”, como lo hace la versión La Palabra. En esa época, de oriente provenían no sólo finas sustancias como la mirra y el incienso sino también nuevos descubrimientos ya que en esa región vivían estudiosos de los fenómenos naturales. Por entonces astrología y astronomía eran la misma cosa y la observación cuidadosa y metódica de los astros iba acompañada de las interpretaciones religiosas y simbólicas.
Así pues este rey idumeo se siente amenazado por la estirpe judía mesiánica del nuevo rey que ha nacido que, según la profecía de Miqueas citada por Mateo, sería un guía y pastor para su pueblo. La cruel acción de matar a los niños menores de dos años en Belén (Mt 2: 16), al sentirse amenazado, corresponde a la naturaleza enfermiza de Herodes en los años finales de su reinado, que podemos deducir de diversas fuentes históricas. La narración de Mateo nos lleva al punto central de su historia:
Ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente, iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño. Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo. Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes, oro, incienso y mirra. Pero siendo avisados por revelación en sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino. Después que partieron ellos, he aquí un ángel del Señor apareció en sueños a José, y dijo: Levántate, y toma al niño y a su madre, y huye a Egipto, y permanece allá hasta que yo te diga; porque acontecerá que Herodes buscará al niño para matarlo. Y él despertando, tomó de noche al niño y a su madre y se fue a Egipto; Y estuvo allá hasta la muerte de Herodes: para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta cuando dijo: De Egipto llamé a mi Hijo.
Al seguir el curso indicado por la estrella los magos llegan por fin a donde está Jesús: “vieron al niño con su madre María y postrados le adoraron.” Aquí Weber nos recuerda: “Adorar significa postrarse delante de alguien en reconocimiento de la autoridad de otro y someterse totalmente. Es el verbo favorito de Mateo el que vuelve a usar en la historia de la tentación, donde el diablo pide a Jesús que le adore (4: 9-10), también aparece en el encuentro con la mujer cananea (15:25) y en el famoso último versículo del Evangelio (28:17). Entonces fueron los magos los primeros frutos de la iglesia.”4
Una línea interpretativa de este relato ha destacado su significación misionera, que hay que ubicar dentro del sentido general del texto de Mateo. Los evangélicos hemos puesto mucho énfasis en lo que llamamos la Gran Comisión en el texto de Mateo: “Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a todas las naciones”. Una dimensión de la misión es ese envío en el que Jesús insiste, partiendo de Jerusalén hacia los cuatro puntos cardinales (ver también Hch 1:8). Pero otra dimensión es que de otras partes del mundo las personas vienen hacia Jerusalén, vienen en busca de Jesús. Vienen hacia Jesús como el eunuco etíope (Hch 8: 26 ss), o como el centurión Cornelio (Hch 10).
Aquí encuentro yo el sentido más amplio y profundo del texto de Mateo. Hoy como ayer entre la gente sabia de este mundo hay quienes están buscando y en su búsqueda llegan a considerar a Jesús. Ahora que hay científicos ateos que hacen campaña procurando convencernos que un pensador inteligente o un hombre de ciencia nunca se harían cristianos, hemos de recordar que hay hombres y mujeres inteligentes y sabios que han encontrado a Jesús, le adoran y le siguen. Y hay otros que lo están buscando. Por otra parte para nuestras iglesias está el deber misionero no sólo de enviar mensajeros a evangelizar, sino también de ser comunidades cuya calidad de vida y claridad de mensaje son atractivas y hacen que mujeres y hombres inteligentes vengan a ellas, en busca de Jesús, y lo encuentren.
**** 1 Hans-Ruedi Weber, La invitación. La misión cristiana según San Mateo, CUPSA, México, 1979; p. 34. 2Ibid, pp. 34-35 3 Además de la obra mencionada de Weber se puede ver Craig Keener, Comentario del contexto cultural de la Biblia. Nuevo Testamento, Ed. Mundo Hispano, El Paso; pp. 40-42. 4 Weber, p. 38.
Samuel Escobar
El Dr. Samuel Escobar es catedrático emérito de Misionologia del Seminario Teológico Bautista del Este, en Pennsylvania, EEUU; y profesor del Seminario Teológico de la UEBE en Madrid. Nació en Arequipa (Perú). Estudió en las Facultades de Letras y Educación de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima, donde graduó de Profesor de Educación Secundaria. Doctorado en filosofía y ciencias de la educación por la Universidad Complutense de Madrid, donde graduó “cum laude”, con una tesis acerca del educador brasileño Paulo Freire. La Universidad MacMaster de Canadá le concedió un doctorado honorario en Teología . El Doctor Escobar es miembro del Compañerismo de Referencia de REDCRA.