JESUCRISTO: PARADIGMA DE LA IGUALDAD HUMANAOSCAR MARGENETNo hay poder humano comparable al Evangelio, poder de Dios para salvación de toda persona. Varones y mujeres, al entregarse a Jesucristo, gozan por igual de esta eterna salvación.
Esta serie es acerca de la visión de la mujer y la misión que Dios tiene para ella. Con ayuda de las Escrituras hemos visto ya el trato histórico que recibe la mujer de parte del hombre en particular y de la sociedad en general, en contraste con su posición y actuación en la Creación, bajo la Ley dada a Moisés, en el judaísmo del AT y en los días de Jesús (01).
Ahora la veremos como integrante de la primera comunidad ‘cristiana’ registrada en el NT. Una introducción a este quinto artículo es la invitación a reflexionar sobre la pregunta que antes de su ascensión le hicieron los discípulos al Señor Jesucristo, y la respuesta que recibieron: “Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? Les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las ocasiones que el Padre puso en su sola potestad; pero recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra”. (02) Como se puede apreciar, a pesar de que el Maestro les había enviado a anunciar la llegada de Su reino a los judíos, el tema del poder o dominio seguía siendo una preocupación para los discípulos (03). Se lo habían planteado de distintas maneras porque eran miembros de una sociedad que esperaba la restauración del reino davídico en forma literal (terrenal). Mucho se ha escrito sobre nuestra tendencia a dominar, a tener control, tanto en lo personal como en lo social. Está demostrado que varones y mujeres, consciente o inconscientemente, aspiramos a ejercer alguna forma visible de poder en algunas áreas de nuestra vida. Dios otorgó a la primera pareja humana el poder de mayordomía sobre toda la Creación. Era un poder ejercido por delegación del Creador. A causa de la desobediencia, esta relación se rompió, nos convertimos en seres mortales y esclavos del pecado. La directa consecuencia del pecado es tener que vivir cargando nuestra cruz. Esta es más pesada para quienes añoran el poder perdido; están convencidos que recuperarlo es vital para la supervivencia humana. Jesucristo vino al mundo a poner voluntariamente su vida en nuestro lugar y resolvió el dilema. Él les expuso a sus discípulos tres verdades que son comprobables estudiando las Escrituras: 1. Son atribuciones del Creador, Sustentador y Redentor fijar los tiempos y las ocasiones de todo y para todos. Nadie está por encima de Dios para aconsejarle qué, cómo ni cuándo hacerlo. Él solo tiene toda potestad (poder) y voluntad absolutas (04). 2. No está a nuestro alcance humano saber todo lo que Dios tiene en su eterno Propósito para nosotros. Porque no damos la talla, no nos toca saber sus pensamientos ni sus tiempos. Él obra cuando, como y donde quiere, con quienes Él quiere (05). Si a pesar de lo que decimos saber vivimos en el caos ¿qué nos ocurriría si supiésemos todo lo que quisiéramos saber? 3. Jesucristo ya había anunciado a los suyos que les convenía que se fuese, pues de esta manera harían cosas mayores que disfrutar de un poder terrenal pasajero (06). El Espíritu Santo los empoderó para conducirse con valentía propia de testigos oculares, presenciales, de la más maravillosa historia jamás contada: la Buena Nueva del Reino en la persona de Jesucristo. No hay poder humano comparable al Evangelio, poder de Dios para salvación de toda persona que cree en Él como nuestro representante en el Cielo. Varones y mujeres, al entregarse a Jesucristo, gozan por igual de esta eterna salvación (07). El varón y la mujer están incluidos en el primer mensaje de Pedro lleno del Espíritu. (08) Las condiciones y beneficios de escucharlo y responder al llamado de Dios fueron estas: 1. Recibir el perdón de los pecados al arrepentirse y bautizarse en el nombre de Jesucristo. 2. Recibir el don del Espíritu Santo. 3. Saber de la promesa extensiva a los hijos de los que creen. 4. Anhelar ser salvados de la generación perversa en la que vivimos. 5. Las personas (hombres y mujeres) son añadidas por Dios a la comunidad de fe. 6. Perseverar en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. El autor de esta serie participó de joven en las cruzadas evangelísticas organizadas por Billy Graham, recientemente promovido al hogar celestial. Organizar el discipulado de cientos de manifestantes fue una tarea enorme por la inversión en tiempo y dinero requerida. Fui capacitado para discipular a los que decían haber recibido a Cristo. Aún siendo imperfecta, resultó en una experiencia que benefició a muchísimos varones y mujeres. Tanto discipulados como discipuladores fuimos confirmados en la obediencia al Señor. ¡Después de casi dos mil años nada ha cambiado en el poder de la Buena Noticia! ¿Podemos afirmar que somos parecidos o fieles sucesores de los primeros seguidores de Jesucristo? ¿En qué nos diferenciamos de ellos? La vida de los primeros cristianos ¿Qué se comprobó en Jerusalén tras el primer testimonio del poder de Dios en Pentecostés? La comunidad de fe no se redujo a los primeros discípulos; ahora eran más de tres mil. ¡Un crecimiento numérico que resultó de multiplicar 120 por 26! Nada de esto pasó desapercibido en la ciudad y comarcas vecinas. Nos interesa aquí descubrir en detalle qué ocurrió ‘puertas adentro’ de esta incipiente iglesia (grupo de gente apartada del resto) nacida en el momento y la manera decididos por Dios. 1. Sobrevino temor a toda persona (por comprobar la inmensidad del amor de Dios). 2. Muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles. 3. Todos los que habían creído estaban juntos y tenían en común todas las cosas. 4. Vendían sus propiedades y bienes y repartían a todos según la necesidad de cada uno. 5. Perseveraban unánimes cada día en el Templo 6. Celebraban ‘la mesa del Señor’ partiendo el pan en las casas. 7. Comían juntos con alegría y sencillez de corazón. 8. Alababan a Dios. 9. Se ocupaban de compartir su favor con todo el pueblo. 10. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos. Los apóstoles Pedro y Juan fueron usados por Dios para efectuar la curación del mendigo que estaba impedido de andar, a la Puerta llamada la Hermosa. Esto conmocionó la ciudad; a causa del testimonio del sanado ex-mendigo y del mensaje apostólico, cinco mil más creyeron en el Señor (09). Los que ostentaban el poder y dominio no soportaron tamaña competencia y pusieron en prisión a los apóstoles (10). A nadie le pasó desapercibida la valiente declaración de Pedro y Juan - llenos del Espíritu Santo - frente a las amenazas de los poderosos gobernantes y líderes religiosos: “Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios, porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído.” (11) Al no encontrarse causa alguna contra ellos, les pusieron en libertad. Entonces fueron de inmediato a contar a los suyos lo que los principales sacerdotes y los ancianos les habían hecho y dicho. Entonces, de manera unánime, varones y mujeres adoraron a Dios. (12) El resultado de la oración y adoración en fe a quien tiene el poder y dominio sobre todo, no tardó en llegar: “Cuando terminaron de orar, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo y hablaban con valentía la palabra de Dios.” (13) Este aspecto histórico, es narrado por Lucas, un médico que investigó el rigor y veracidad de los testimonios que fue recogiendo tras creer – él mismo – en Jesucristo. No era judío, pero da cuenta de la manera que vivía esta multitud que pasaba ya las 8.120 personas (14). También informa de la relación de esta comunidad con los Doce apóstoles y con los conciudadanos. Hasta aquí, nada se dice si había discriminación por sexo entre los miembros de la iglesia nacida en Pentecostés. Bajo la enseñanza de los Doce que habían estado con Jesús, y fueron testigos tanto de su resurrección como de su ascensión, la conducta de todos era de respetar y mantener la comunión, la doctrina, el testimonio y la ayuda mutua, en absoluta igualdad. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos (15). Continuaremos en el próximo artículo, con más detalles sobre la vida en la primera comunidad de creyentes, tras Pentecostés. Hasta entonces, si Dios lo permite. Notas
01. http://protestantedigital.com/magacin/44238/Dios_jamas_discrimina_a_la_mujer http://protestantedigital.com/magacin/44290/La_mujer_tiene_derechos_desde_la_antiguedad http://protestantedigital.com/magacin/44341/Jesus_el_machismo_y_la_mujer http://protestantedigital.com/magacin/44384/La_mujer_fiel_comunicadora_de_la_redencion 02. Hechos 1:7, 8. El tiempo de la restauración de Israel está en la mente del Padre; así como el regreso del Hijo. 03. Mateo 10:5-7; Lucas 10:1-23; comparar con Juan 20:19-22. 04. Filipenses 2:13; Colosenses 1:15-20; 3:11. 05. Isaías 55:8,9; 06. Juan 14:12; 1ª Corintios 15:19-28. 07. Romanos 1:16. 08. Hechos 2:38-42. 09. Ibíd. 3:1-26, 4:4. 10. Ibíd. 4:1-3; 5-22. 11. Ibíd. 4:19b, 20. 12. Ibíd. 23-30. 13. Ibíd. 31. 14. Se estima que Jerusalén tenía 80.000 habitantes en el siglo I. Había 1 seguidor de Jesucristo por cada 667 habitantes. En unos pocos días tras Pentecostés, 1 de cada 10 habitantes se arrepintieron, y decidieron seguir a Jesucristo. Como es de imaginar, esto resultó en una verdadera conmoción desde todo punto de vista. 15. Hechos 2:47 Oscar Margenet Nadales un arquitecto, escritor, secretario ejecutivo de ARC•PEACE International. Es invitado en foros y conferencias en distintos países de Europa y África abordando temas de la paz y la sostenibilidad. Estudia la Palabra, escribe sobre la actualidad, y coopera en la producción de libros cristianos.
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