Don Leopoldo Marechal (11 de junio de 1900 -26 de junio de 1970) fue y es uno de los más prominentes escritores argentinos. Nació, vivió y falleció en Buenos Aires, Poeta y dramaturgo, novelista y ensayista de gran versatilidad, con una producción de alto vuelo literario y metafísico, donde se destacan las nociones bíblicas y los conceptos evangélicos. Esto, porque Marechal fue un cristiano por decisión, experiencia y convicción personales. Autores destacados como el historiador Arnoldo Canclini y el teólogo Alberto Roldán, documentan la experiencia radical de sanidad física y espiritual con Cristo vivida por Marechal y su esposa, su posterior bautismo y fiel membresía en una iglesia pentecostal situada en Ciudadela Norte, un suburbio del Gran Buenos Aires, donde perseveraron como maestros de Biblia por el resto de sus vidas. El cristianismo radical y la opción por el movimiento popular argentino de su época, hicieron que la figura literaria de Marechal fuera menoscabada por los poderes intelectuales elitistas de turno -que siempre los hay. Literatos e historiadores como los ya mencionados y muchos más, representando diferentes generaciones, han salido al justo rescate de esta figura descollante de las letras argentinas. Transcribimos unos versos suyos titulados “Credo a la Vida”, en la que mezcla poéticamente afirmaciones del Credo Apostólico.
Creo en la vida todopoderosa, en la vida que es luz, fuerza y calor; porque sabe del yunque y de la rosa creo en la vida todopoderosa y en su sagrado hijo, el buen Amor. Tal vez nació cual el vehemente sueño del numen de un espíritu genial; brusca la senda, el porvenir risueño, nació tal vez cual el vehemente sueño de un apóstol que busca un ideal. Padeció, la titán, bajo los yugos de una falsa y mezquina religión; veinte siglos se hicieron sus verdugos y aún padece, titán, bajo sus yugos esperando la luz de la razón. Fue en la humana estultez crucificada; murió en el templo y resurgió en la luz… ¡Y, desde allí, vendrá como una espada, contra esa Fe que germinó en la nada, contra ese dios que enmascaró la cruz! Creo en la carne que pecando sube, creo en la Vida que es el Mal y el Bien; la gota de agua del pantano es nube. Creo en la carne que pecando sube y en el Amor que es Dios. ¡Por siempre amén!