LLAMADO A LOS PALESTINOS A “UNA GUERRA SIN ARMAS”
Notas sobre las esperanzas del pacifismo activo para la liberación de Palestina
JONATHAN COOK* Y OSVALDO MOTTESIEn medio del conflicto milenario de raíces histórico-bíblicas entre Israel y Palestina, líderes palestinos redescubren la posibilidad de un quizás largo pero efectivo plan nacional de pacifismo activo o lucha no-violenta, para la liberación de su pueblo y el logro de la paz y la coexistencia pacífica.
Llamamos a hombres y mujeres, cristianos radicales, a movilizarnos en oración y acciones de apoyo, para que Dios levante un liderazgo palestino pacifista activo, por una “una guerra sin armas” que traiga como fruto la paz. Que la vida y enseñanza de JesuCristo y los ejemplos de Mahatma Gandhi en India y de Martin Luther King Jr. en EUA, sean inspiradores y fructíferos en esta lucha, OLM. Detrás de los titulares en las primeras planas sobre los enfrentamientos entre jóvenes palestinos y soldados israelíes armados, Israel ha estado -como siempre- intensificando silenciosamente su control sobre las vidas de los palestinos en los territorios ocupados.
La semana pasada, en Hebrón -un punto álgido en estos días- 50 familias asediadas que aún viven en el barrio de Tel Rumeida, se enfrentaron a una nueva restricción de movimientos, diseñada para ayudar a liberar la zona de asentamientos e intensificar los asentamientos judíos. Se podía ver a algunos de los residentes de Tel Rumeida haciendo una larga cola en silencio, en el puesto de control local, para registrar sus tarjetas de identificación. Ninguna persona que no fuera del barrio y que no estuviera en la lista de los militares estaba habilitada para entrar. La respuesta difiere marcadamente de la reacción de hace 21 años, cuando los residentes enfrentaron en forma contestataria pacífica una orden similar. Entonces todo el barrio se negó a registrarse. Israel los castigó con un toque de queda durante seis meses, solo permitiendo a las familias salir por unas horas a la semana para comprar comida. Cómo responder a las órdenes militares de este tipo está en el debate central. Por eso se ha revivido entre los palestinos la discusión sobre los méritos relativos de la lucha armada y la resistencia no violenta. Una encuesta a principios del verano recién pasado, mostró que un 49 % de los palestinos entre 18 y 22 años, apoyaba un levantamiento armado. En septiembre, luego de los primeros enfrentamientos en Jerusalén, esa cifra había aumentado al 67 %. Esta volatilidad de opinión puede en parte explicarse por una sed de venganza inevitable cuando los jóvenes palestinos miran a sus compatriotas asesinados y mutilados por los soldados israelíes. Pero lo anterior también refleja un vacío de liderazgo y de estrategia palestinos. Estos han sido acorralados dentro de campos ideológicos extremos y polarizados que, en pocas palabras, oponen la retórica usual de Hamás de la lucha armada, contra la diplomacia estancada de Mahmoud Abbas y su Autoridad Palestina. La no violencia se ganó una vez un lugar central en la resistencia palestina a la ocupación. Durante la Primera Intifada de la década de 1980 los palestinos se involucraron masivamente en la desobediencia civil: se negaron a cooperar con las autoridades militares, quemaron sus tarjetas de identificación, se negaron a pagar los impuestos y organizaron huelgas. Ese enfoque no se terminó del todo. Hoy encuentra su expresión en las protestas semanales y marchas por los pueblos contra las barreras de acero y hormigón de Israel que se comen ampliamente las tierras agrícolas palestinas. Estas protestas se mantienen mayoritariamente pacíficas, incluso frente a la brutal e incesante violencia del ejército. Pero el uso de la no violencia se ha limitado a las luchas locales, libradas con el objetivo de lograr pequeñas y aisladas victorias. También ha coexistido, invariablemente, con enfoques más violentos, desde el lanzamiento de piedras a los actuales ataques con cuchillos. Gran parte de la culpa cae sobre Abbas, quien se ha apropiado del lenguaje de la no violencia al tiempo que no la utiliza como una estrategia nacional de resistencia. Incluso el apoyo de la Autoridad Palestina a las batallas de los pueblos contra el muro de Israel han sido menos que a medias. En las mentes de muchos palestinos la no violencia se ha visto empañada por asociación con años de ineficacia de Abbas; de sus intentos desesperados y fallidos tanto para empujar a Israel a conversaciones de paz como para adular a Washington. El punto más bajo fue su declaración de la condición de "sacralidad" de la coordinación de la seguridad de la Autoridad Palestina con Israel. Tampoco ha ayudado que los intermediarios foráneos demanden regularmente desde Washington el uso de la no violencia por parte de los palestinos. El mes pasado, el secretario de Estado John Kerry señaló a los palestinos como culpables de los últimos enfrentamientos. "No hay excusa para la violencia", regañó, haciendo caso omiso de las décadas de represión violenta que implementa Israel frente a los esfuerzos de los palestinos por su liberación. No obstante, algunos intelectuales palestinos están abogando por la resistencia no violenta, a la vez que advierten contra las implicaciones de un levantamiento armado. Los palestinos, según el derecho internacional, están habilitados para ejercer la resistencia a la ocupación, incluso con violencia, pero este grupo hace hincapié en la inutilidad de la violencia ante la superioridad militar de Israel. A este nivel y momento, el suyo es un argumento sólo pragmático. En un artículo titulado "No vayas a morir, Palestina te necesita con vida", el periodista Mohammed Daraghmeh llamó a los palestinos a "canalizar la indignación nacional hacia la protesta masiva". Recordando a los palestinos que el mundo occidental ha creado el conflicto y debe solucionarlo, Daragmeh advirtió: "No lo hará si cometemos suicidio." Del mismo modo, el empresario palestino Sam Bahour ha acuñado el término "resistencia inteligente", con el argumento de que todas las facciones palestinas deben comprometerse a la resistencia no-violenta como la forma más humana de liberación nacional. Ambos aprovecharon las estrategias anteriores de solidaridad comunitaria y sacrificio colectivo, como las que han demostrado los habitantes de Tel Rumeida hace dos décadas. Mubarak Awad, uno de los arquitectos de la resistencia no-violenta de la Primera Intifada, recordó recientemente a los palestinos que no es una opción fácil. "Se trata de utilizar la no violencia militante, como un tipo de guerra sin armas", dijo a un entrevistador. Awad sugiere, en cambio, negarse a realizar identificaciones emitidas por Israel, desafiar los toques de queda, los bloqueos en las rutas, a las plantaciones de árboles en los sitios destinados a nuevos asentamientos, derribar cercas, ocupar la escena con sentadas masivas, e invitando a las detenciones en masa para llenar hasta el punto de ruptura las cárceles israelíes. Tales acciones requieren la participación de masas, la movilización de las mujeres, los niños y los ancianos, los mismos grupos que son excluidos de la lucha armada. Y, como señala Awad, la no violencia también necesita un pueblo bien educado, entrenado en sus principios y técnicas. Por eso, para comenzar, ya se han traducido al árabe las enseñanzas de Mahatma Gandhi y Martin Luther King Jr. Organizadores políticos y estrategas como Awad siempre han encabezado la lista de detenciones por parte de Israel. Awad fue encarcelado y torturado en el inicio de la Primera Intifada, y más tarde expulsado a los EE.UU. El poder de la resistencia no violenta disciplinada, añade Awad, es la que obliga al ocupante a una pesada carga: para "hacer frente a nuestra voluntad de luchar por nosotros mismos solo con nuestros cuerpos y corazones". Esto obliga a los israelíes a "elegir qué tipo de personas son" y crea división y disenso entre la población del opresor, lo que debilita su determinación. Es un mensaje desafiante, especialmente cuando Israel está aplastando tan despiadadamente la esperanza y la dignidad palestina. Pero Awad sostiene que es precisamente mediante la demostración de una humanidad incontenible como los palestinos pueden, nuevamente, descubrir la esperanza, recuperar su dignidad y ganar la libertad. Jonathan CookEs un querido amigo y destacado periodista británico con proyección profesional internacional. Desde su base en Nazaret, su énfasis periodístico es procurar la paz en el conflicto palestino-israelí. Ganó el Premio Especial de Periodismo Martha Gellhorn. Sus últimos libros son "Israel and the Clash of Civilisations: Iraq, Iran and the Plan to Remake the Middle East” (Pluto Press); “Disappearing Palestine: Israel’s Experiments in Human Despair” (Zed Books), y Blood and Religion (Pluto Press). Su portal web es: www.jkcook.net.
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