NUESTRAS CREENCIAS Y NUESTRA ÉTICA, EN UN MUNDO EN QUE TODO ES RELATIVO
DIONISIO BYLERPor la realidad actual que describe, la claridad de su análisis y conclusiones, y las desafiantes preguntas que levanta, publicamos el bosquejo de la ponencia presentada por Dionisio Byler en el reciente Encuentro Menonita Español 2017, celebrado en Comarruga, Tarragona, España. Lo consideramos un testimonio significativo del pensamiento cristiano radical en nuestro tiempo. OLM.
1. «Un mundo en que todo es relativo» — ¿Y por qué?
Nuestro mundo está en reacción contra el pensamiento único impuesto desde arriba, a capricho de los que ostentan el poder. Esto se padeció en la religión, en la política, en las distinciones de clase social, y en la moral.
2. Vivir en un mundo donde se valora más la libertad que la uniformidad, se valora más la capacidad de decisión del individuo que la autoridad impuesta desde arriba, trae sus propios problemas. El mundo prefiere hoy día vivir así, sin embargo, que no encorsetados por el pensamiento único, la fe y religión única, la tiranía política, y demás formas de doblegar al ser humano y negarle autonomía. Yo personalmente también me pronuncio incondicionalmente a favor de vivir así, aunque reconociendo que no es una solución perfecta y que tiene también sus problemas. Prefiero vivir en un mundo donde mi opinión minoritaria tiene derecho a ser respetada, aunque esto me obliga también a respetar otras muchas opiniones que no comparto, o que incluso hasta me escandalizan. Algunos problemas que genera el pluralismo:
3. No estoy seguro, sin embargo, de que sea especialmente típico del pluralismo de nuestros días, el degenerar en posverdad, negacionismo de la historia y de la ciencia, y la insolidaridad egoísta. Sucede, pero no creo que esté tan generalizado como a veces pudiéramos temer. Me parece que una mayoría de nuestros conciudadanos opinarían que sí existe tal cosa como la verdad…
4. Siempre, durante estos 2.000 años de existencia de la iglesia cristiana, durante los 3.000 y pico años desde la elección de Israel por Dios, siempre ha existido un diálogo entre la fe y la sociedad, que ha transformado cómo el pueblo de Dios se entiende a sí mismo y cómo entiende su relación con Dios. Podríamos poner muchos ejemplos, pero valga como botón de muestra la cuestión del sacrificio, que fue típico del culto a los dioses en todas las religiones de la antigüedad. La Biblia no lo elimina, aunque resulta ridícula la idea de abastecer a Dios con alimentos humanos. Lo que hace es servirse de esta idea, sin la cual los antiguos no podían concebir la religión, para transformar su significado y sus formas. Y al final, posteriormente al testimonio bíblico, el cristianismo lo acaba eliminando, aunque conservando la idea de «sacrificarse» como emplearse a fondo por Dios y por el prójimo. De manera que el sacrificio de animales es perfectamente bíblico, pero no es práctica cristiana. Los retos de vivir en nuestra sociedad hoy día son, en algunos sentidos, retos nuevos y nos exigen respuestas nuevas en las que nos jugamos nuestra fidelidad a Dios y nuestra coherencia con la vida y enseñanza, la muerte y resurrección de Cristo. Pero los retos de vivir en nuestra sociedad hoy día no son ni más difíciles ni más profundos ni más exigentes que los del pasado. A decir la verdad, tampoco es que sean del todo nuevos; si acaso, un resurgir o rebrote de tendencias que han aparecido de otras formas en otras eras de nuestra historia:
Por otra parte, aunque la iglesia ha acabado en diferentes momentos transigiendo de arriba abajo con valores contrarios al evangelio —por ejemplo, ponerse al servicio de los emperadores romanos en la antigüedad; o el apoyo incondicional que siempre ha prestado la iglesia a las exigencias nacionalistas de todas las partes enfrentadas en las guerras de estos últimos siglos— Dios nunca nos ha abandonado a nuestra suerte. El Espíritu de Dios siempre ha sabido soplar para traer corrientes de renovación y enderezar lo que se ha torcido, cuando la iglesia ha equivocado el camino. 5. Conclusiones, en cuanto a las creencias. La misma «pluralidad y convivencia» que reclamamos los evangélicos españoles del gobierno y la sociedad, estamos obligados a practicar nosotros también en relación con religiones diferentes a la nuestra y también en relación con la opción del ateísmo. No es legítimo, en el tipo de sociedad civil donde vivimos, que una religión procure imponer sus valores y sus convicciones al resto de la sociedad. Toda manifestación expresamente pública, la publicidad, los actos públicos, deben hacerse con atención exquisita a no ofender atacando al prójimo, así como agradecemos que no se ofenda públicamente la fe evangélica. Es necesario abrazar la realidad de que la fe siempre requiere fe. Hay una forma de razonar teológicamente, que se conoce como apologética, la defensa razonada de la fe. Sin embargo la realidad es que la apologética jamás podrá llevar a la fe a quien no desea creer. No se llega a la fe por convencimiento intelectual sino como don del Espíritu…
6. Conclusiones, en cuanto a la ética. La iglesia siempre ha tenido que discernir dónde están las lindes de conducta sobre las que hay que mantenerse firmes, y dónde, al contrario, admitirá una fluidez de conductas diferentes cuya gravedad no es tal que exige la ruptura de comunión. Dentro de un mismo compromiso con la santidad, un mismo deseo de amar a Dios y amar al prójimo, ha habido cuestiones donde los cristianos sencillamente no hemos conseguido ponernos de acuerdo:
Nunca será prudente eliminar de nuestros cálculos el Espíritu Santo, que puede movilizarnos a ver la santidad de una forma nueva, como cuando Pedro aprendió que debía dejar de lado la santidad expresada como régimen de alimentación, para asumir otra forma de santidad totalmente diferente, basada en aceptar como hermano hasta a un centurión romano. La santidad será siempre innegociable. Pero los particulares que conforman la santidad seguirán adaptándose a nuestro mundo en que nos toca vivir, como ha sucedido desde el Antiguo Testamento y hasta el Nuevo; desde el Nuevo Testamento y a lo largo de los siglos de la iglesia; y sí, ahora también. Preguntas para los grupos
Dionisio Bylernació en Argentina de padres misioneros. Hace ya muchos años reside y sirve en España. Obtuvo el Bachillerato Universitario en Artes del Goshen College, Indiana (EUA), y la Maestría en Divinidades del Associated Mennonite Biblical Seminary, Indiana (EUA). Es profesor del Seminario Unido de Teología con sede en El Escorial, Madrid y un líder clave del movimiento de las iglesias menonitas y de los Hermanos en Cristo en España. Pastor y autor prolífico, con varios libros y decenas de artículos publicados.
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