OTRA REFORMA
GUILLERMO PREINLa Reforma Radical y su eclesiología nos asombran y nos atraen para explorar en sus raíces tan profundas y ricas como poco difundidas.
Pocos años después de que Martín Lutero divulgara las 95 tesis en la puerta iglesia del castillo de Wittenberg, impulsado por la Reforma, la paupérrima pobreza del pueblo, las revueltas sociales del campesinado (1) y la resaca de la guerra husita (2), nacía el movimiento anabaptista o la Reforma Radical, como se la llamó peyorativamente, ligando esos nombres al fanatismo, el cisma y el desorden. Este movimiento procuraba la libertad religiosa de todas las personas y por ende jamás se impuso.
Por su prédica buscaba la conversión genuina. Sus enseñanzas libertarias y el respeto por la libertad de conciencia de cada individuo fueron pilares que no pudieron ser destruidos y perduran hasta hoy como un faro. La Reforma Radical, contemporánea de fuertes movimientos sociales devenidos de la prédica de reformadores, que desde Juan Hus en adelante sembraron la semilla de la libertad e igualdad, desarrolló hacia su interior una conciencia activa de cooperación entre sus miembros. Anhelaban que su ética y actitudes provinieran solamente de Dios, siendo estas más imperativas que las leyes seculares. Los conceptos de una comunidad disciplinada, de la ética del amor, y de una hermandad espiritual, eran ideas comunes entre los grupos radicales. El mundo no podía satisfacer los anhelos e impulsos del espíritu: todos los grupos radicales ahondaban en la búsqueda constante de la vida interior llena del Espíritu Santo. A pesar de la tendencia sectaria de algunos de sus grupos –que pretendían ser dueños de la verdad– el pluralismo ideológico anabaptista del siglo XVI era de una impresionante variedad. En él convivían desde las comunidades de bienes de los huteritas(3), pasando por los revolucionarios apocalípticos de Müntzer, hasta el pacifismo evangélico de Menno Simoms(4). Es entonces que la reforma radical presenta un cuadro complejo de hombres sin inhibiciones que desarrollaron sus ideales en plena libertad. Algunos grupos se esforzaron por reproducir el cristianismo primitivo; otros, procuraban encontrar la presencia de Dios en el orden temporal, y también hubieron quienes trataron de traer el reino milenario a sus comarcas en sus días. En cuanto a los predicadores radicales, podemos decir que los mismos formaron parte de los reclamos que el pueblo campesino, labriego y artesano hacía ante los señores feudales y los clérigos monárquicos, ambos usurpadores de las tierras y opresores de los trabajadores y sus familias. Los reclamos no eran manifiestos políticos, sino verdaderas piezas de interpretación bíblica que, en una defensa teológica, como el caso de los “Doce artículos”, reclamaban poder vivir en paz y libertad, decentemente sirviendo al Señor. Es por esta razón que, consecuentes con sus luchas, las enseñanzas de vida comunitaria y la solidaridad en las necesidades materiales entre hermanos eran un valor fundamental entre los anabaptistas, llegando algunos grupos a poner en común todas sus posesiones. Uno de sus líderes fue el ya mencionado Thomas Müntzer, quien inicialmente fuera un seguidor de Lutero, pero en contraposición a éste, adoptó una postura totalmente radical y revolucionaria, abogando por la liberación por medio de las armas. Este predicador alemán pretendía establecer su visión de un orden social justo: abolición de privilegios, disolución de monasterios, creación de refugios para los desposeídos, donaciones para los pobres e igualdad para todos. Tristemente, las represalias fueron desmesuradas. Además de las ejecuciones y la condena al pago de cuantiosas indemnizaciones, en la mayoría de los territorios el proletariado perdió todo derecho, llegando a un estado de “muerte civil”. Raras fueron las excepciones, como el caso del principado-abadía de Kempten, donde se estableció un acuerdo en la Dieta de Espira (1526). La represión fue incrementándose y las condiciones del proletariado empeoraron tras las protestas. Recién en la “Revolución de Marzo” (1848-49) se alcanzó la implementación de algunos de los “Doce artículos”. Al comparar aquellos con nuestros días, encontraremos similitudes. Bueno es no juzgar a los unos y a los otros sin tratar de entender las circunstancias históricas en las que les tocó vivir y obrar, cuáles fueron sus ejemplos y referencias, sus pensamientos y emociones. Todo es más fácil con el diario del lunes. Consideremos nuestros días y su problemática bajo las verdades que emanan de la historia. Analicemos sus virtudes y fallas sabedores de que la Biblia nos alienta a desarrollar hazañas tomados de la mano de Jesús. Lo vivido por ellos será parte de nuestro camino y esto alcanza a nuestro futuro, que no es incierto, ya que Dios a través de la historia respondió en iguales circunstancias amparando y liberando a sus hijos. De todas maneras, tanto para los reformadores radicales y ortodoxos como para nosotros, aquellos errores, fracasos y pecados que hayamos cometido el Señor los restaura con su amor. “Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó.” Eclesiastés 3:15 (RV1960). _____________________________________________________________________________ Notas 1. Guerra de los campesinos alemanes o la Revolución del hombre común. Fue una revuelta popular en el Sacro Imperio Romano Germánico entre los años 1524 y 1525. Estas luchas, de origen económico y religioso, como las guerras husitas, que involucraron a campesinos ciudadanos y nobles. Se desarrollaron con mayor intensidad en el sur, oeste y centro de Alemania, alcanzando también a Austria y Suiza. En el verano de 1525, involucró a 300 mil campesinos y dejó un saldo de más de 100 muertos. 2. Guerras Husitas (1420-1434). Tras el asesinato de Juan Hus en Constanza, el 6 de julio de 1415, sus discípulos desarrollaron un movimiento de carácter revolucionario. Los caballeros y nobles de Bohemia, que adherían a la Reforma, enviaron un duro manifiesto al Concilio de Constanza en repudio contra la ejecución de Hus. En respuesta el emperador del Sacro Imperio Romano, Segismundo de Luxemburgo, envió por carta la amenaza de aniquilar de inmediato a todos los “wycliftas” (seguidores de Wyclif 1330-1384) y “husitas” (partidarios de Hus). Esto enfureció al pueblo y produjo revueltas en muchas zonas de Bohemia (hoy República Checa). Tres “cruzadas contra los husitas” y la defensa de estos, generaron las llamadas “guerras husitas”. 3. Huteristas: Rama comunal de los anabaptistas de similares formas que los amish. 4. Menno Simons (1496-1561). Líder anabaptista de los Países Bajos, contemporáneo de los reformadores protestantes, sus seguidores fueron conocidos como menonitas. Pacifista y fundador de Iglesias en el norte de Alemania. Gran divulgador del anabaptismo; junto con un imprentero anónimo, publicó libros en todos los idiomas de la región alcanzada por su ministerio. Menno nació y creció en los Países Bajos, recibió una buena educación y fue ordenado sacerdote en la Iglesia Católica Romana e La atmósfera de la Reforma lo llevó a un cuidadoso estudio de la Biblia, especialmente, después de la ejecución de un anabautista cerca de su casa. Los radicales de Münster lo rechazaron entre 1533 y 1535, pero también lo empujaron a dejar la Iglesia Romana bajo la presión de la convicción. En 1536, él recibió el nuevo bautismo y se convirtió al ministerio anabautista. Organizó a los biblistas de la grey anabautista dispersa. Pasó el resto de su vida como fugitivo de los católicos así como de los protestantes. Viajando y escribiendo extensamente, Menno preservó la herencia de los anabautistas bíblicos. Desconocía cualquier conexión histórica con los anabautistas primitivos y las batallas de Münster, pero trazaba una sucesión de su movimiento a través de los valdenses hasta los días apostólicos. También seguía la norma valdense en varias doctrinas claves. Guillermo Prein es pastor fundador del Centro Cristiano Nueva Vida en la ciudad de Buenos Aires, Argentina.
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