RAZA, EVANGELIO Y EL MOMENTO
TIMOTHY KELLERNota introductoria
¿Por qué traducir al castellano una columna de opinión de hace más de un año atrás, y que expresa una realidad social en un tiempo y un espacio tan distinto al de la mayoría de los lectores de Estudios Evangélicos? Si la edición castellana del sitio en que la misma fue publicada originalmente no la tradujo (no tengo idea por qué, por lo que no estoy haciendo ningún juicio al respecto), por qué acometer dicha empresa. A mi juicio, hay a lo menos tres razones: a) Si bien es cierto, el autor se refiere a hechos de violencia acaecidos en la ciudad de Charlottesville (Virginia, EEUU), en agosto de 2017, debido al ataque de un supremacista blanco en contra de manifestantes que protestaban, precisamente, contra el racismo, por lo que esta columna sería una “fotografía” de un momento muy particular, no se nos puede perder de vista la re-emergencia en la escena pública latinoamericana de grupos nacionalistas, integristas y filofascistas -si se quiere-, lo que dotaría de pertinencia a la traducción aparentemente tardía del artículo; b) porque muchos evangélicos latinoamericanos adolecen de nacionalismo, y aquí hay que decirlo con todas sus letras: si bien es cierto debemos amar a las personas con las que vivimos nuestra cotidianidad, en-y-junto a la tierra de nuestros antepasados, contribuyendo a su bienestar, es pecado volver a construir las barreras que Cristo botó con el poder de su sangre en la cruz para congregar a su pueblo de “todas las familias de la tierra” (no está de más decir, que la nación, tal y como la entendemos, es un constructo moderno y que nada tiene que ver con la expresión que podría traducirse mejor en nuestras biblias como “pueblos” o “culturas”); y, c) porque Keller rescata un elemento fundamental de la labor del pastor protestante, sobre todo uno que se precia de reformado, toda vez que su función le invita a pensar y vivir en el mundo creado, con la mirada atenta a la realidad, asentado en una Biblia siempre abierta (¡Escrituras que hablan con suma claridad de un Señor del universo!), colaborando con su enseñanza fiel, clara y firme a los creyentes que están esparcidos en el mundo extendiendo el Reino de Dios. Enhorabuena, recibimos este insumo para pensar la realidad a la luz de la Palabra de Dios**. Raza, evangelio y el momento ¿Cómo deberían los cristianos, y especialmente aquellos con un trasfondo anglosajón, responder a la reunión de derecha del pasado fin de semana en Charlottesville [1] y su trágica secuela? Es necesario decir tres cosas. Primero, los cristianos deberían mirar al fortalecido y envalentonado movimiento del nacionalismo blanco, y a su eslogan fascista y condenarlo. Y punto. No decir, “pero por otro lado”. La principal manera en que la mayoría de las personas están respondiendo en todo el espectro político, es diciendo, “- ¿Ve? ¡Esto es lo que he estado diciendo todo el tiempo! Esto solo prueba mi punto”. Los conservadores están usando los eventos para probar que la identidad política liberal es incorrecta, y los liberales los están usando para probar que el conservadurismo es inherentemente racista. No deberíamos hacer eso. Segundo, este es un tiempo para presentar las poderosas y claras enseñanzas de la Biblia acerca del pecado del racismo y de la idolatría de “Sangre y Patria” -nuevamente, y punto. En Hechos 17:26, en medio de un discurso evangelístico a personas secularizadas, filósofos paganos, Pablo defiende que Dios creó todos los pueblos “de un hombre”. Los griegos oyentes de Pablo veían a los otros pueblos como barbaros, pero en contra de tal visión de la superioridad racial, Pablo defiende que todas las razas tienen el mismo Creador y son de un pueblo. Dado que todos están hechos a imagen de Dios, toda vida humana es de infinito e igual valor (Génesis 9:5-6). Cuando Jonás pone los intereses nacionales de Israel por sobre el bien espiritual de la racialmente “otra” y pagana ciudad de Nínive, él es rotundamente condenado por Dios (Jonás 4:1-11). Un efecto primordial del evangelio es romper las barreras raciales que dividen a las personas (Gálatas 3:28; Efesios 2:14-18), así que es un enorme pecado hacer cualquier cosa para sostener esas barreras. Cuando Pedro trató de hacerlo, Pablo lo reprendió por perder su comprensión del evangelio (Gálatas 2:14). El racismo no solamente debería ser expuesto en ocasiones como la que atestiguamos el pasado fin de semana en Charlottesville. El mal del racismo es un tema bíblico, un pecado que el evangelio revela y sana, así que deberíamos estar enseñando rutinariamente acerca de eso en el curso de la predicación regular. Lo que me lleva al punto final. El movimiento fascista del siglo veinte, que ha hecho valores absolutos a partir de “Blut und Boden” (“Sangre y Patria”) – poniendo el bien de una raza y una nación por sobre el bien de todos – también afirmó defender los valores familiares tradicionales y las virtudes morales en contra de la decadencia de la cultura relativista moderna. A pesar de que ellos no eran amigos del cristianismo ortodoxo (vea el movimiento hereje “Cristianismo Positivo” de Adolf Hitler) ellos pudieron y pueden atraer personas de nuestros propios círculos. La difusión en internet de las organizaciones pigmentocrático-nacionalistas [de exaltación de lo blanco], pueden radicalizar a quienes estén disgustados por el declive moral en la sociedad. Así que es absolutamente crucial sacar la voz por la enseñanza bíblica respecto del racismo, no solo ahora, sino que constantemente. Necesitamos hacer que aquellos que están en nuestros círculos sean inmunes a esta enseñanza tóxica. ** El artículo fue publicado originalmente en el sitio de The Gospel Coalition (agosto de 2017). Fue traducido al castellano por Arturo Riquelme e introducido y editado por Luis Pino Moyano.
Fuente: estudios Evangélicos Timothy Keller(MDiv, Seminario Teológico Gordon-Conwell; DMin, Seminario Teológico Westminster), fue el fundador de Redeemer Church en Manhattan (PCA), presidente de City to City y vicepresidente de The Gospel Coalition. Autor de numerosos libros, entre ellos “La razón de Dios”.
|