RECORRIENDO EL CAMINO MÁS EXCELENTE
OSVALDO L. MOTTESITercer sermón de una serie de cuatro titulada “El camino más excelente”
4 El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. 5 No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. 6 El amor no se deleita en la maldad, sino que se regocija con la verdad. 7 Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 1 Co 13: 4-7.
Introducción1. Continuamos aquí, con el desafío de hallar siempre algo nuevo, en este texto bíblico tan interpretado, enseñado y predicado, acerca de las realidades e implicaciones del amor de Dios.
2. Como ya explicáramos, Pablo destaca 15 virtudes del amor agape. Ya reflexionamos sobre las primeras ocho en el anterior sermón. Continuamos ahora con el resto. Descubrir estas virtudes y vivirlas, es la clave para una vida cristiana de bendición. Hoy veremos las últimas siete virtudes que aquí Pablo destaca. I. El amor NO GUARDA RENCOR. Otras versiones traducen: “no piensa mal”, “no toma en cuenta el mal”, “no lleva cuentas del mal” y “olvida las ofensas y perdona”. A. Reconciliación cristiana es sinónimo de olvido total. Dios perdona todo y lo olvida todo. En el libro de cuentas de las vidas de creyentes dominados, dominadas por el amor de Dios, no hay lugar para asentar las ofensas perdonadas. B. Las raíces de amargura crecen y se arraigan en nuestras vidas, por no perdonar plena y totalmente. Ese es uno de los más serios problemas que enfrentamos en nuestra comunión con Dios y en la relación con los demás miembros del Cuerpo de Cristo. C. El perdón que de verdad olvida, hace desaparecer toda cicatriz de rencor, aún todo recuerdo de lo terminado. Esto trae a nuestras vidas una apertura para transformarnos en canales receptores y comunicadores de bendiciones a nuestro alrededor. Y eso lo hace posible sólo el amor agape de Dios. II. El amor NO SE DELEITA EN LA MALDAD. Otras versiones traducen: “no se goza de la injusticia”, “no se alegra con la injusticia”, “no simpatiza con la injusticia” y “nunca se alegra con algo injusto”. A. Agape es el clima del Reino de Dios. Injusticia y maldad son testimonios del antirreino. Muchas veces preferimos escuchar de los problemas y tribulaciones de quienes los sufren, que de sus bendiciones y sus éxitos. Nos es más fácil llorar con quienes lloran, que regocijarnos con el gozo, el júbilo, la victoria de quienes triunfan. B. El amor de Dios nunca pudo, puede ni podrá encontrar satisfacción alguna en la injusticia y en el sufrimiento. “Gócense con los que se gozan, lloren con los que lloran. Busquen el Reino de Dios y su justicia”. Esta actitud, fruto del agape de Dios, trae el clima de Su Reino en medio nuestro. III. El amor SE REGOCIJA CON LA VERDAD. Otras versiones traducen: “se alegra con la verdad”, “siempre le agrada la verdad” y “se regocija cuando triunfa la verdad”. A. Dios es toda verdad y guía a toda verdad. Su amor no produce medias verdades, sino transparencia, verdad total. Un interesante comentario de esta afirmación de Pablo es la exhortación, también del mismo apóstol a los filipenses: “hermanos, consideren bien todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio” (4:8). B. El amor agape de Dios genera el gozo de la verdad. La versión RVR60 enfatiza el gozo en la expresión de Pablo y traduce, en lugar de “consideren bien”, como: “en esto pensad”. Ambas: “consideren bien” y “en esto pensad”, podrían traducirse también: “Hagan un inventario de todo esto y gócense”. El gozo del agape es gozo en todo lo verdadero, lo auténtico de Dios. IV. El amor TODO LO DISCULPA. Otras versiones traducen: “todo lo sufre”, “disculpa siempre”, “disculpa todo”, “todo lo excusa” y “siempre protege”. A. El amor agape siempre trata de componer los errores, las “metidas de pata”, los desbarajustes, y aun las injusticias recibidas, en silencio, sin mostrarlas pública, periodísticamente a quienes nos rodean. Esto no significa ser un tonto, una tonta, “quien recibe los pelotazos en el circo”, quien no confronta los conflictos. Todo lo contrario. B. Debemos confrontar todo lo que sea necesario, pero sólo para reconciliar y -fundamentalmente- y aquí está la clave: buscando la paz. C. Debemos buscar la paz, siguiendo la paz, aunque suframos por y para la paz. Esa paz que se besa con la justicia. Esto trae paz auténtica, sin basuras debajo de las alfombras de nadie. Paz fruto del justo perdón y, por lo tanto, de la reconciliación plena. V: El amor TODO LO CREE. Otras versiones traducen: “confía siempre” y “cree todo el bien del prójimo”. A. Esto no significa credulidad ingenua. Es la ausencia de malicia, de reservas interiores, de interpretaciones de sospecha, ante todo lo que quienes nos rodean son y piensan, dicen y hacen. B. Esto es la síntesis positiva, sólo posible en el amor agape de Dios, de ser “mansos como palomas y astutos como serpientes”. Es la integración transformadora de la interpretación o hermenéutica de la sospecha, con la interpretación o hermenéutica de la esperanza. C. ¡No nos dejemos dominar, dogmatizar y amargar por la sospecha y crezcamos en la esperanza! La esperanza de creer que todo el bien del prójimo es también buena semilla, para cosechar comunión y comunidad. Esta cosecha genera, aunque sea hoy parcialmente, el clima del Reino; un anticipo del futuro mundo nuevo de Dios. VI. El amor TODO LO ESPERA. Otras versiones traducen: “espera siempre”. A. Para JesuCristo todo ser humano es posibilidad. Posibilidad de dejar de objeto de la esclavitud del pecado y el odio, para transformarse en sujeto de un destino nuevo de vida abundante en el amor. Ese amor que carga las baterías de nuestra esperanza; que confía en el futuro a pesar del presente, porque el futuro se llama JesuCristo. B. El pecado más grave, el pecado que destruye nuestra identidad cristiana, es el pecado de perder la esperanza. Somos hijos e hijas de la esperanza, el pueblo de la esperanza. Poderosa esperanza, enraizada en las promesas fieles del amor de Dios. C. Sólo el amor agape nos mantiene y mantendrá esperando y esperando, siempre -a pesar y por encima de todo- con plena confianza en Dios. El amor que genera esta esperanza, nos transforma en instrumentos poderosos del Espíritu Santo, nos hace participantes en los milagros de Dios. Seamos agentes de la esperanza. VII. El amor TODO LO SOPORTA. Otras versiones traducen: “todo lo aguanta siempre ” y “todo lo tolera”. A. El vocablo “soportar” significa más, mucho más que “sufrir” o “aguantar”. Significa “sobrellevar”, es decir, pasar las cosas de un lado a otro. Se podría traducir también: “el amor de Dios permanece siempre firme a través de todos los dilemas y luchas de la vida”. Sólo este amor nos permite “cambiar, voltear la página”, a crisis superadas en nuestra vida, mediante recibir o -especialmente- ofrecer perdón. B. Dios no nos llama al estoicismo pasivo, sino a la aceptación dinámica de cualquier realidad. Aceptación que soporta, sobrelleva tal situación, para transformarla -por la gracia y el poder de Dios- en victoria y bendición, crecimiento y desarrollo espiritual. C. La clave no es resignación emocional pasiva, sino fortaleza espiritual combativa. “¡En Dios haremos proezas!” porque “¡Todo lo podemos en Cristo que nos fortalece!” Si este es nuestro testimonio de vida, habrá avivamiento y renovación, transformación y frutos, en nuestro peregrinaje hacia el mundo nuevo, perfecto de Dios. Conclusión 1. Hay quienes desearían convertir la exigencia ineludible de amar, en excusa para su cobardía. Así el amor se convertiría en sinónimo de conducta blanda y melosa, siempre dispuesta a transigir en procura de la conciliación frente al conflicto. Siempre procurando “la paz”, aunque esta sea falsa, divorciada de la verdad y de la justicia. 2. El amor agape está casado con la integridad y produce descendencia, frutos en integridad. Por eso inspira a veces cóleras ardientes, soluciones violentas, luchas implacables. JesuCristo ama siempre “con agape”, ya sea cuando llama a los niños y niñas que se le acerquen y les regala el Reino, como cuando blande el látigo contra traficantes hipócritas y destruye la infamia de quienes engañan y prostituyen la casa de Dios. Todos sus actos, aun los que son fruto de su santa ira, son testimonios de amor agape incondicional. 3. “Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor” (v. 13). Nuestro gran desafío es y será siempre discernir y procurar la verdadera sabiduría, la que proviene de lo alto, para proceder siempre con la virtud más excelente, la del agape de Dios. 4. Hagamos nuestra la actitud espiritual del antiguo poema, de autoría desconocida, que expresa la realidad movilizadora del verdadero agape de Dios: No me mueve, mi Dios, para quererte el Cielo que me tienes prometido, ni me mueve el Infierno tan temido para dejar por eso de ofenderte. Tú me mueves, Señor. Muéveme el verte clavado en una cruz y escarnecido; muéveme el ver tu cuerpo tan herido, muévenme tus afrentas, y tu muerte. Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera, que, aunque no hubiera Cielo, yo te amara, y, aunque no hubiera Infierno, te temiera. No me tienes que dar porque te quiera, pues, aunque lo que espero no esperara, lo mismo que te quiero te quisiera. Aunque no hubiera cielo ni infierno, ni dicha ni muerte eternas, amemos. Amemos siempre. Amemos a quienes comparten bondad y maldad, a quienes nos aman y a quienes nos odian. Amemos hasta que duela…AMEMOS. Que el amor casado siempre con la verdad y la justicia, el transformador amor agape por el mundo nuevo de Dios, sea razón y esencia vertebral de nuestra vida. Que así sea. Ese es mi deseo y mi oración. |