REFLEXIONES SOBRE EL LIBRO DE APOCALIPSIS
DIONISIO BYLER¿Qué sentido tiene el Apocalipsis? ¿Cómo se sabe qué quiere decir? ¿Quién «controla» lo que quiere decir? Hay formas de comunicación más «abiertas» que otras, que resultan más «cerradas».
¿Qué queremos decir con esto de comunicación «cerrada» o «abierta»? Es posible escribir de tal manera que el lector se vea casi obligado a «entender». Sería muy difícil, casi imposible, no entender lo que nos quiere decir la guía telefónica. Sus autores se han cuidado bien de que la guía telefónica sólo pueda significar esa única cosa que ellos quisieron que significara. Bien es cierto que las comunicaciones más «cerradas» pueden, por una parte, resultar aburridas —al prescindir de la imaginación y el aporte interpretativo del lector— o, por otra parte, rápidamente caer en la falta de pertinencia —quedar desfasada—, cuando la situación concreta a que se dirige se ve transformada. Después de todo, ¿cuánto tarda en caducar la utilidad de la guía telefónica? Podríamos plantear la siguiente fórmula: Cuanto más interesante y «eterno» el mensaje que se quiera comunicar, tanto más «abierta» y flexible resultará la interpretación de ese mensaje, y por consiguiente tanto menor control sobre su interpretación tendrá el autor. Tanto más se multiplicarán, entonces, las interpretaciones divergentes —incluso incompatibles— de su sentido. Los pasajes bíblicos que más aburridos y estériles resultan, son aquellos donde los autores más controlan su significado: por ejemplo, algunas genealogías del Antiguo Testamento, o sus leyes que tienen que ver con prácticas agrarias que ya han caído en desuso. Los pasajes bíblicos más interesantes y «profundos» son aquellos donde el lector más tiene que poner de sí mismo; y por tanto donde más lugar hay para discrepar entre un intérprete y otro. Jesús, si podemos fiarnos de los evangelios sinópticos, hablaba típicamente en parábolas (o, según el Ev. Juan, en aforismos repletos de lenguaje simbólico y alusivo —«Yo soy la luz del mundo» o «El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna»—). En cualquier caso, Jesús parece haber tenido poco interés en controlar las interpretaciones que pudieran hacer sus oyentes al escuchar sus enseñanzas tan enigmáticas. Esta renuncia de la tentación de controlar cuadra con su comportamiento, también «abierto» al prójimo, que podemos observar en las narraciones de los evangelios sobre él. Jesús sana a un paralítico y le dice «Tus pecados te son perdonados» pero no se queda en su pueblo para comprobar que el sanado no vuelva a pecar. Honra a una prostituta que derrama perfume sobre los pies de él, pero no sabemos si es que le habló acerca de cómo ella se ganaba el perfume ni nos consta que la haya enviado a un convento de clausura. Hay que pensar que esa característica «abierta» de Jesús fue un rasgo esencial de su forma de ser. El parecía estar convencido de que «el Espíritu de la Verdad» que él prometió que sería derramado sobre sus seguidores, sería guía suficiente para ellos en las decisiones y los dilemas que la vida les podría plantear. Esto contrasta marcadamente con la enorme tentación de controlar al prójimo que embarga generalmente a los dirigentes religiosos de entonces y de hoy. Jesús sigue siendo tan sorprendente y refrescante hoy, en sus actitudes como «autoridad» religiosa, como lo fue en su propio día. En ese sentido el Apocalipsis es el libro del Nuevo Testamento que más se parece a Jesús. Parece fiarse plenamente de la capacidad del individuo, guiado por el Espíritu de Cristo, para «entender» lo que sea necesario entender, sea eso lo que sea en cada caso, para cada persona y en cada circunstancia particular. En cada generación —y tal vez para cada lector— el Apocalipsis ha significado algo nuevo, singular, inesperado. Pero —eso sí— en cada generación y lugar, quien lee y entiende, acaba adorando con fe y esperanza al que está sentado en el Trono y al Cordero. Dionisio Bylernació en Argentina de padres misioneros. Hace ya muchos años reside y sirve en España. Obtuvo el Bachillerato Universitario en Artes del Goshen College, Indiana (EUA), y la “Maestría en Divinidades del Associated Mennonite Biblical Seminary, Indiana (EUA). Es profesor del Seminario Unido de Teología con sede en El Escorial, Madrid y un líder clave del movimiento de las iglesias Menonita y de Hermanos en Cristo en España. Pastor y autor prolífico, con varios libros y decenas de artículos publicados.
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