SABBATH, UN PEQUEÑO JUBILEO
RICHARD LOWERYEl Sabbath bíblico ofrece una vía para pensar y actuar teológicamente cuando confrontamos los desafíos espirituales, ecológicos y económicos que se nos presentan.
Enfrentamos una crisis espiritual. Estamos sobrecargados de trabajo, estresados, y descuidando en forma crónica disciplinas básicas para el crecimiento espiritual y crianza de la familia. El problema es personal, pero sus causas y efectos son sociales y económicos.
En promedio, están trabajando fuera del hogar más miembros de la familia (padres e hijos) que hace 20 años atrás. Su ausencia, agotamiento, y ansiedad en torno al dinero para mantener el estilo de vida, repercuten negativamente en la familia. La lógica consumista impulsa a jóvenes y viejos a una permanente insatisfacción. Nuestros espíritus anhelan integridad. El Sabbath bíblico ofrece una vía para pensar y actuar teológicamente cuando confrontamos los desafíos espirituales, ecológicos y económicos que se nos presentan. Mediante la celebración de un esperado mundo de abundancia, autolimitación y cuidado mutuo, las tradiciones sabáticas censuraron los antiguos sistemas reales e imperiales que creaban escasez, sobrecarga de trabajo, y una grave desigualdad económica. Estas tradiciones pueden desempeñar hoy en día la misma función crítica, ofreciendo palabras de mesura, límites, solidaridad social, y la necesidad de descanso, de tranquila reflexión y de recreación de cara a un trabajo y consumo interminables. En nuestro mundo, la conciencia sabática puede ser la clave para la supervivencia, la prosperidad y la cordura humanas[i]. Orígenes oscuros, claras conexiones Aunque sus orígenes históricos no son claros, el Sabbath bíblico está conceptualmente vinculado a normas de justicia hogareña, solidaridad comunitaria, y apoyo hacia el pobre, las cuales también encuentran expresión en las tradiciones de perdón de deudas y liberación de esclavos propias del año sabático y del jubileo de la Biblia (Dt 15; Lv 25). El domingo cristiano es a menudo descrito como una pequeña “fiesta de Resurrección”. Asimismo, es apropiado pensar en el Sabbath bíblico como un “pequeño jubileo”, una celebración semanal de la esperada liberación, donde las deudas son perdonadas, los esclavos son puestos en libertad, las familias se reencuentran, y recuperan sus propiedades perdidas en desastres naturales o provocados. El Sabbath es una señal perdurable de esperanza de que el pobre verá justicia y que el turbado hallará paz. El Jubileo Las tradiciones del jubileo de la Biblia se encuentran en Levítico 25, un capítulo conectado por tema y retórica al relato Sacerdotal de la creación de Génesis 1. Las leyes del Jubileo gobiernan la liberación de las deudas, la emancipación de los esclavizados por deudas, y la devolución de las propiedades familiares perdidas durante dificultades económicas. Tienen una relación cercana con el perdón de deudas y liberación de esclavos en Deuteronomio 15, y con los decretos reales de liberación o “libertad” comunes en el mundo antiguo (durarû en lengua Asiria y Babilónica, derôr en Hebreo, traducido “libertad” en Lv 25:10 e Is 61:1). En estos decretos reales de libertad, los reyes eximían a los ciudadanos de impuestos, reclutamiento militar, y obligaciones laborales para con el estado. También anulaban las deudas y liberaban a los esclavizados por esta causa. Estos decretos reales eran comunes a través del antiguo Oriente Cercano, pero dependían del capricho del rey (es decir, de las presiones impuestas por necesidades políticas). Deuteronomio 15 y Levítico 25 ofrecen una versión exclusiva de esta práctica generalizada al establecerla dentro de un ciclo regular. Deuteronomio establece un ciclo de siete años para el perdón de deudas y limita la esclavitud por deudas a seis años. En el séptimo año los esclavos salen libres. Levítico libera las deudas y restaura las propiedades familiares cada cincuenta años, después de transcurridos siete “años sabáticos”. Ambos conjuntos de leyes establecen un ciclo de siete años, el cual Levítico 25 conecta explícitamente con el Sabbath. De diversas maneras, las preocupaciones éticas del año sabático y del jubileo van en paralelo con la visión moral de fondo de las tradiciones sabáticas de la Biblia. Séptimo año y séptimo día Exodo 23:9-12 vincula explícitamente la observancia del Sabbath con la entrega de la producción agrícola del séptimo año para el apoyo económico del pobre, personificado por el extranjero. La repetida mención de los extranjeros en el pasaje establece una conexión entre séptimo año y séptimo día mediante una técnica que los eruditos llaman “inclusión”, repitiendo palabras clave al principio y final a fin de crear marcadores literarios para el material entre medio. En este caso la inclusión consta de dos palabras clave: “extranjero” (ger) y “vida” (nefesh). En hebreo, el verso 9 comienza con “y no angustiarás al extranjero”. El verso 12 termina con “y el extranjero”. El verso 9 advierte contra la opresión, porque “vosotros sabéis cómo es la vida (nefesh; literalmente, “aliento”) del extranjero”. El verso 12 dice que tú deberás reposar en el séptimo día, para que los trabajadores de tu casa sean “revivificados” (weyinnafesh, una forma verbal de nefesh que significa literalmente “insuflar vida en”. La “vida” del “extranjero” es el pegamento que interconecta el séptimo año con el Sabbath en Ex 23:9-12. La interpretación de estas leyes desde el punto de vista de la vida del extranjero, las coloca entre las normas de solidaridad social que mantenían unidas a las antiguas comunidades agrarias. La vida campesina era precaria en las tierras altas de Palestina. Los impuestos, la guerra, cosechas perdidas, y la muerte, frecuentemente socavaban la capacidad de las familias de producir lo suficiente para sobrevivir. En tales casos, los grupos familiares económicamente solventes daban apoyo a las familias en dificultades, porque era peligroso para los hogares colapsar dejando individuos desarraigados, rechazados y desesperados, librados a su propia suerte. Los extranjeros eran especialmente vulnerables, puesto que estaban viviendo lejos de su parentela, la que normalmente proveería ayuda de emergencia. Exodo 23, como muchas de las leyes de ayuda económica en la Biblia, usa “extranjero” como una forma breve de referirse a hogares en riesgo extremo. La interpretación de estas leyes desde el punto de vista de la experiencia del extranjero también las coloca específicamente dentro de la narrativa sagrada de Israel. Al recordarle a Israel que ellos fueron “extranjeros” en Egipto, el pasaje conecta explícitamente el descanso del Sabbath y la liberación del séptimo año con la liberación de Israel y el pacto con Dios, la misma lógica que gobierna las leyes del jubileo referentes a las deudas y a la condonación de las mismas (Lv 25:38, 42, 55; cf. Dt 15:15). En este pasaje, la ley del séptimo año exige una entrega regular de la producción agrícola para el sustento económico del pobre[ii]: “debes dejarla libre y no tocarla, para que los necesitados de tu pueblo puedan comer” (Ex 23.11)[iii]. Al igual que las ordenanzas del rastrojo (Lv 19:9-10, 23:22; Dt 24:19-21; cf. Rut 2), el diezmo trienal (Dt 14:28-29), y las leyes que regulaban la liberación de la deuda y de los esclavos (Dt 15:1-18; Lv 25:8-55), la ley del séptimo año de Exodo 23 provee un mecanismo de apoyo para el pobre. Probablemente se trataba de un programa rotativo, donde los agricultores cada año designaban un séptimo de sus campos y viñedos para el uso de las familias pobres. La liberación del séptimo año está vinculada en este pasaje al descanso del séptimo día “para que tu buey y tu asno puedan descansar, y el esclavo nacido en tu casa pueda ser revitalizado” (Ex 23.12). Como la liberación del séptimo año, el Sabbath tiene un propósito humanitario; literalmente es para insuflar nueva vida (weyinnafesh) en los trabajadores más vulnerables del grupo familiar, los esclavos, los extranjeros, y los animales de la granja. El descanso de las bestias de carga refrescaba a los animales, pero también servía un propósito humano al detener de hecho el trabajo agrícola. El descanso para el buey y el asno significaba día libre para los trabajadores humanos, y era en ese tiempo el equivalente a detener las máquinas y colgar el letrero “cerrado” en la puerta de la fábrica. El séptimo año y el séptimo día están unidos en este pasaje por una pasión por la justicia social, enraizada en la identidad de Israel como nación de esclavos liberados, y en el carácter del Dios de Israel como campeón de los oprimidos. Descanso para los trabajadores y símbolo del pacto Las versiones resumidas de la ley del Sabbath tal como Ex 34:21 están dirigidas a los israelitas en forma individual, sin distinción de status económico: “seis días debes trabajar, más en el séptimo día debes descansar”. Pero otros pasajes, incluyendo ambas versiones de los Diez Mandamientos (Ex 20:10 y Dt 5:14), enfocan la ley del Sabbath hacia la justicia para con los trabajadores de hogares adinerados. “No debes efectuar trabajo alguno, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu ganado, ni tu asno, ni ningún animal tuyo, ni el extranjero residente que está dentro de tus puertas, para que tu siervo varón y hembra descansen así como tú” (Dt 5:14). Pocos grupos familiares eran lo suficientemente adinerados para hacer el tipo de préstamo cuya deuda impaga alcanzase el valor de los esclavos. Estas leyes del Sabbath están específicamente dirigidas a esas pocas familias adineradas. El propósito del descanso del Sabbath para “usted” (el jefe del hogar) es que los miembros subordinados del grupo familiar, especialmente “esclavos varones y hembras”, puedan disfrutar de descanso. El patrón debe descansar para que los trabajadores puedan tener un día libre. Esta preocupación por los miembros vulnerables del grupo familiar puede ser también la causa de la curiosa prohibición de encender fuego en algunas versiones de la ley del Sabbath (cf. Ex 35:2,3). Los fuegos caseros eran en su mayoría para cocinar, tarea que típicamente recaía sobre mujeres y niños. La prohibición de encender fuego asegura que los jefes de hogar no alberguen la expectativa de que las mujeres cocinen, mientras los hombres disfrutan del descanso sabático. El Sabbath no conoce diferencias de género. Varón o hembra, libre o esclavo, todos obtienen descanso ese día. El Sabbath es una festividad única para una deidad diferente, una que define la interrelación divinohumana por medio del descanso, no por medio del trabajo. Los vecinos de Israel no tuvieron tanta suerte. En el mito babilónico de la creación, por ejemplo, los dioses Marduk y Ea crean seres humanos para hacer el trabajo desagradable de los dioses. En el relato sagrado de Israel, en contraste, los humanos son creados para gobernar la tierra, no como esclavos para realizar las tareas tediosas de los dioses, sino como reyes y reinas estampados a la imagen de Dios. Más adelante, Dios “crea” a Israel liberándolo del trabajo forzado, cancelando su deuda, comprando su liberación de la esclavitud, y restaurando su propiedad familiar. El Sabbath celebra esta relación de jubileo con Dios. El descanso del Sabbath es una marca distintiva de Dios, un profundo símbolo de la íntima relación de Israel con aquél que libera en vez de esclavizar, quien ofrece bendición generosa en vez de duro e interminable trabajo. Deleite en la Creación Génesis 1:1-2:4a, el relato bíblico del primer Sabbath, retrata un mundo creado benevolente en sus fundamentos, y capaz de producir lo suficiente para sustentar una vida humana próspera. Este tema de abundancia natural está asociado, sin embargo, con un principio de dominio propio. La creación llega a un clímax y finalmente se cohesiona en el descanso sabático. El Sabbath está entrelazado en el tejido mismo del universo, el hilo que sostiene unido al mundo. Este relato presenta la creación como un movimiento progresivo desde un caos acuoso hacia el orden. “Cuando Dios comenzó a crear el cielo y la tierra, el mundo era un caos sin forma (tohû wabohû).” Tohû wabohû describe algo vacío y tosco, sin forma ni coherencia. Su significado típico indica algo sin cultivar, un desierto peligroso, un agudo contraste con el orden ecológico y social de una tierra exitosamente cultivada. Este relato, como otros antiguos relatos de la creación, describe este caos primordial como un mar embravecido. En el mundo antiguo, así como en el nuestro, el manejo del agua era una preocupación continua y apremiante. Las aguas lluvias descontroladas pueden destruir cosechas y construcciones. Capturar las aguas lluvias, conducirlas, y moderar el curso de sus desbordes por medio de canales y terrazas, limita su poder destructivo y maximiza sus beneficios para la agricultura. El relato de Génesis refleja esta realidad agraria pretérita. En los albores de la creación, el mundo era un caos informe, aguas borrascosas oscuras, profundas, una salvaje y violenta “sopa cósmica”. Dios crea un mundo habitable dominando y canalizando la furiosa inundación primordial. Los escritores escogieron la palabra hebrea bará (“crear”) para describir el trabajo de Dios, y la usan en forma intercambiable con asáh (“hacer”). En otras partes se dice también de los humanos que “hacen” (asáh) cosas. Pero en la Biblia, Dios solo es el que “crea”. Levemente diferente en forma, en Samuel 2:29 bará significa “engordarse a sí mismo.” Usado como adjetivo, significa “gordo”[iv]. En una forma, bará se refiere a separar las grasas de un líquido, a sacar la nata de la leche. Bará es una elección apropiada para Génesis 1, la cual representa la creación como la separación y recolección de las aguas primordiales para permitir la aparición de los sólidos, cielo, tierra, cuerpos celestes, vegetación, y creaturas vivas. En este relato, crear es semejante a batir mantequilla, y la creación es la crema que sube a la superficie del caos acuoso, transformado y conformado por Dios. En la Biblia, la gordura tiene una connotación de riqueza y salud (cf. Gn 27:28). En el famoso sueño de Faraón, barádescribe las siete vacas “gordas” que simbolizan siete años de prosperidad (Gn 41:2-20). Describe la abundancia y esplendidez de la comida del enemigo de Israel en Habacuc 1:16 y la milagrosa salud física de los alimentos kosher vegetarianos de Daniel (Dn 1:15). Bará actúa en doble sentido en Génesis 1. Dios “crea” un mundo “gordo”, un rico y espléndido desborde de beneficios que es abundante y vivificante en su misma esencia. El doble significado de bará, “crear” y “ser gordo”, está reforzado en la narrativa por la evaluación que Dios hace del trabajo creativo a lo largo de su avance. La declaración “Dios vio que era bueno (tôv), reza cual letanía a través del relato. Sin embargo, el cabal significado de tôv no es capturado por la palabra “bueno”. Tôv implica gozo y deleite. El estribillo tôv expresa el intenso placer de Dios en cada uno de los detalles de la creación. Es un “¡guau!” cósmico de Dios a medida que se devela la creación: “¡Dios lo encontró encantador!”. Descanso sabático, la corona de la encantadora creación En el día uno, cuando Dios comenzó a crear, el universo era un caos tosco y acuoso (Gn 1:1,2). En el día siete, el mundo es apacible e íntegro (2:1-4a). Los versos iniciales del capítulo 2 dan a entender el punto repitiendo de diversas maneras una palabra que significa “terminado, completo, total, íntegro”: “Y fueron acabados (calah), cielos y tierra, y todo (cal) su ejército, y él acabó (calah) la obra que hizo.” El tema de la terminación continúa en 2:2b con la palabra shabat, “reposar, cesar, detener,” la forma verbal del nombre shabbat (Sabbath): “y Dios cesó/reposó el día séptimo de toda la obra que hizo”. La facultad de Dios de reposar es una señal del gobierno soberano de Dios en la creación. En otra parte de la Biblia, “reposo” describe estabilidad política, que es la capacidad de un pueblo o de un rey de garantizar el orden y de gobernar exitosamente[v]. Reposo conlleva una exitosa consolidación de la justicia y de la paz. Es un testimonio de shalom. Dios reposa al final de la creación porque Dios es capaz de reposar. El benevolente gobierno de Dios en el universo es inobjetable. El Sabbath celebra el completo, justo y compasivo gobierno de Dios en el mundo. La bendición del séptimo día en el verso 3 cierra el círculo del drama de la creación. En el primer día, Dios estableció el tiempo al crear la luz e iniciar el ciclo del día y de la noche que regula los ritmos biológicos, agrícolas y sociales de la tierra. En el séptimo día, Dios crea el tiempo sagrado y señala la terminación de un mundo viviente y vivificante. En otro lugar del relato, sólo las creaturas marinas, pájaros (1:22), y seres humanos creados a la imagen de Dios (1:28) son “bendecidos”. En estos casos, la bendición de Dios está vinculada a la advertencia “fructificad y multiplicaos” (cf. la bendición del pacto en Gn 12:2; 17:20; 22:17; 26:3,4, 24). La promesa de Dios demanda una respuesta del mundo. La bendición de Dios es también una orden de Dios. Ser bendecido es prosperar, y prosperar es responder apropiadamente a Dios. La bendición conlleva la responsabilidad de vivir una vida bendecida. El Sabbath, cual tiempo bendito, se multiplica a sí mismo. Viene a ser el punto focal alrededor del cual se cohesiona todo otro tiempo. Da forma a todos los días de nuestra vida como festejos de Dios y del delicioso mundo de Dios. Es una señal perdurable del deseo benevolente de Dios por la prosperidad del mundo. El descanso sabático es activo, no pasivo. En esto consiste el cautivante entrecruce: “descansar” es un verbo y “trabajar” es un sustantivo. Usted tiene que trabajar al guardar el Sabbath. El Sabbath es un desafío. Requiere un paso de fe, la humilde confianza de que el mundo continuará funcionando benevolentemente por un día sin nuestro trabajo, que Dios es capaz y está dispuesto a proveer lo suficiente para una vida buena. Demasiados de nosotros tratamos de embutir ocho días de trabajo dentro de una semana de siete días. El Sabbath promete siete días de prosperidad a cambio de seis días de trabajo. Obtenemos de la vida más de lo que colocamos en ella. Y en el excedente está la misericordiosa gracia de Dios. El maná sabático y la comunidad de Dios Éxodo 16 cuenta el segundo relato bíblico acerca del origen del Sabbath. Dios provee maná en el desierto para enseñarle a Israel a guardar el Sabbath (16:5, 22-30). El relato muestra que el cuidado providencial de Dios se extiende incluso a zonas de caos, afuera del seguro y ordenado mundo de las granjas y pueblitos. Una característica peculiar del maná es importante de advertir: el pan del cielo no puede ser acumulado. Dios manda que cada Israelita recoja “tanto como cada uno necesite comer”. La necesidad se define individualmente, no en forma colectiva. La protección providencial de Dios se mide persona por persona. Nadie deja de recibir lo suyo. Cada persona recoge una cantidad diferente: “algunos recogieron más, y algunos recogieron menos”. Pero, milagrosamente, “cuando ellos midieron con un gomer, aquellos con más no tuvieron sobrante, y los con menos no tuvieron escasez. Todos ellos recogieron exactamente lo que necesitaban para comer.” (Ex 16:18). Dios llena la canasta de cada persona en particular, sin tomar en cuenta fuerza ni capacidad. El confiable y providencial cuidado de Dios está limitado sólo por las necesidades reales de cada individuo. En el relato del maná sabático, la acumulación es más que un simple caso de quebrantar las reglas. Es un rechazo de la comunidad de Dios donde cada uno obtiene lo suficiente para una vida abundante. Es un acto de incredulidad. El consumo codicioso significa falta de fe, carencia enraizada en el temor blasfemo de que Dios no es el libertador de esclavos, el amante creador que desea vida abundante para todos. Conclusiones Las leyes y relatos sabáticos de la Biblia prevén un mundo donde las “leyes naturales” de escasez, pobreza, y exceso de trabajo extenuante ya no tienen vigencia. Estos textos anticipan y festejan un mundo redimido, donde aquellos que ahora se esfuerzan al límite de la supervivencia hallan holgura y liberación. Ellas vislumbran un mundo mejor, la comunidad que está en el deseo de Dios, un mundo de justicia al estilo del jubileo, donde todas las gentes viven y trabajan con dignidad y libertad, cuidándose entre sí, disfrutando juntos la vida, y gozándose en un reposo satisfactorio. Esta visión de riqueza y bienestar universalmente compartidos se levanta en agudo contraste con la áspera realidad económica experimentada de hecho por las familias de la antigüedad, y no corresponde al mundo que la mayoría de la gente conoce en la actualidad. Sin embargo, este sueño de base sabática de una comunidad de Dios, sustentable y redentora, tiene el poder perdurable de transformar el mundo. De acuerdo con el relato creación-sabbath, mujeres y hombres son portadores de la imagen de Dios y por tanto comparten el poder de gobernar (Gn 1:26-28). Si “todo hombre es un rey”, como un populista de Louisiana solía decir, y “toda mujer es una reina”, como agregaría Génesis 1, entonces nadie debería vivir como un esclavo, sometiéndose “cortésmente”, o por otras vías, al poder de otro. Cuando se acumula poder, se corrompe y evapora, así como el maná. El poder merecido y compartido crece y bendice al mundo. Con el poder viene la responsabilidad. El Sabbath, un anticipo de cómo debiera ser el mundo, nos llama a demandar el poder y a aceptar la responsabilidad de hacer del mundo algo mejor. Nos llama a examinar nuestro modo de vida, a tomar decisiones que promuevan la dignidad, libertad, bienestar, y poder vivificante para todo el pueblo de Dios. La renovación del mundo comienza en las familias y comunidades, con disciplinas sabáticas de regocijo. Pasarlo bien con amigos y familiares honra a Dios. Disfrutar con agradecimiento los dones de la vida es adorar de verdad. El Sabbath nos llama a establecer fronteras, a fijar límites apropiados al trabajo, a invertir tiempo en descansar, en la reflexión, recreación, y oración. El descanso sabático afirma nuestra dependencia de Dios, y la mutua entre nosotros. La alegría sabática nos ayuda a deleitarnos en la creación y ser así un reflejo de Dios. Aún más importante, el Sabbath nos recuerda que somos los dones benditos de Dios. Los dones dan a conocer al dador. Nosotros somos muestras apreciadas, la imagen misma de Dios, quien desea vida abundante para todos. El Sabbath nos llama a vivir así. [i] Este artículo está adaptado de mi libro, Sabbath and Jubilee (Chalice Press, 2000). Agradezco a Chalice Press por el permiso otorgado para usar este material.
[ii] Este pasaje no se refiere a dejar que la tierra quede en barbecho, como sugieren muchas traducciones al inglés. Ver discusión al respecto en Sabbath and Jubilee, 51-55. [iii] Todas las traducciones son mías. [iv] Ver, por ejemplo, Génesis 41:2, 4, 5, 7, 18, 20; Jueces 3:17; 1 Reyes 4:23; Salmo 73:4; Ezequiel 34:3, 20; Habacuc 1:16; Zacarías 11:6; y Daniel 1:15. [v] Deuteronomio 3:20; Josué 1:13-15; 23:1; 2 Samuel 7:1, 11; 1 Reyes 5:3-4; 8:56; 1 Crónicas 22:9. Estas referencias tienen una raíz verbal diferente, nwh, pero la idea es la misma. El verbo shabat es usado en Génesis 2:2-3 por razones obvias Richard Lowery es Decano Interino y Vicepresidente del Lexinton Theological Seminary. Sirve en esta capacidad a préstamo del Phillips Theological Seminary, donde es Profesor de Biblia Hebrea. Es ministro ordenado de la Iglesia Discípulos de Cristo y un teólogo cristiano radical, activo en el Compañerismo por la Paz, la Red de Acción por la Justicia y otros contextos de reflexión y militancia por un mundo mejor. Como biblista enriquece a la Iglesia toda con sus múltiples publicaciones.
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